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lunes, 5 de octubre de 2015

Una estrategia diferente

Combatir al terrorismo y no esperar a que tengamos los terroristas en nuestras casas, ha sido parte de la ar­gumentación rusa para emprender el miércoles pasado la complicada tarea de bombardear posiciones del autoproclamado Estado Islá­mi­co, en Siria.

El propio presidente Vladimir Pu­tin ha reiterado el pedido de crear una verdadera coalición internacional de países que, respetando la soberanía siria y con el consentimiento del presidente de esa nación árabe, Bachar al Assad, una fuerzas para enfrentar a los grupos terroristas armados que han causado miles de muertos, la destrucción del país y el desplazamiento de millones de ciudadanos sirios que huyen de la guerra.


Por supuesto, la estrategia rusa para emprender las incursiones aé­reas contra posiciones del Estado Is­lámico ha sido muy diferente a la apli­cada por Occidente.

Rusia acudió a Siria ante el pedido oficial del gobierno legítimo de ese país. El mandatario ruso informó a la ONU sobre la necesidad de que otros muchos estados colaboren en esta importante tarea de erradicar el terrorismo en esa nación. De igual forma, el Senado ruso aprobó la participación de Moscú en esta acción.

Hay otros elementos muy importantes que también han sido explicados por Putin. El llamado Estado Islámico amenaza no solo a la po­blación siria, la iraquí y la de otros paí­ses del Oriente Medio, sino que tiene ramificaciones con otros grupos en distintos continentes, y son una verdadera amenaza para la propia Rusia.

Moscú no olvida los ataques te­rro­ristas de grupos similares en Che­chenia y las acciones mortales que han hecho en distintos lugares de la geografía rusa.

De acuerdo con informaciones fechadas en Moscú, Rusia informó a Estados Unidos y a otros gobiernos de estas acciones en Siria, a petición del gobierno legítimo de Damasco. Tal como había adelantado su jefe de gabinete, Serguéi Ivanov, el presidente ha subrayado que “ese apoyo se efectuará desde el aire, sin participación en operaciones terrestres”.

Los puntos de mira de estos primeros bombardeos han sido “armamento pesado, nudos de comunicación, medios de transporte y arsenales de armas pertenecientes a los te­rro­ristas del EI”, según un comunicado de Moscú.

Solo en los dos primeros días de acciones, según cifras oficiales, la aviación rusa destruyó más de una decena de instalaciones de los terroristas.

Tanto el Presidente como sus portavoces han recordado que otros países están ya interviniendo en Siria —en alusión a los bombardeos de EE.UU., Francia y Australia— sin contar ni con el mandato del Consejo de Se­guridad de la ONU ni con la autorización del Gobierno legítimo sirio, al que siempre han ignorado.

No hay dudas que Rusia aplica en Siria una estrategia distinta a la de Oc­cidente. Moscú apoya a un gobierno legítimo y a una población que ya ha sufrido más de 200 000 muertos, cientos de miles de heridos, millones de desplazados y la destrucción de su patrimonio nacional y uni­versal.

En mi opinión, no puede apoyarse a una llamada “oposición moderada” contraria a un gobierno genuino, como tampoco puede actuarse militarmente en un país a espaldas de sus autoridades. Eso lo ha hecho Occidente y es hora de rectificar.

Fuente:Granma Internacional
  

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