Tomado de Invasor Digital
Cuba
está permanentemente en la mira de los grandes medios internacionales por
"sus violaciones de los derechos humanos". Los raseros no son
inocentes. La meta es garantizar el respeto de todos los derechos, sin
presiones externas.
El
lector habitual de cierta prensa extranjera, el que no haya venido a este país,
lo debe tener muy claro: Cuba es el mayor violador de los derechos humanos del hemisferio. Eso se dice una y otra vez, en un
sonsonete que pretende establecer una verdad incuestionable, por el mero hecho
de repetir lo mismo.
La
noción de los derechos humanos de esos medios, de esos centros de poder, suele
ser bastante estrecha: se reduce a puntuales derechos políticos, de expresión y
asociación... susceptibles a particulares interpretaciones.
Ignorando
muchas de las singularidades del contexto cubano —algunos sin malas
intenciones, otros con todas las intenciones del mundo— afirman que el pueblo
cubano es uno de los más oprimidos del planeta.
El
concepto de "derechos humanos" es amplio, incluye numerosas facetas
que se suelen olvidar. Y en buena parte de esos ítems, el expediente de Cuba es
ejemplar. Ni siquiera muchas de las grandes potencias mundiales, que se erigen
en paladines de los derechos humanos en el mundo, tienen un historial impoluto.
El gobierno de los Estados Unidos, con el pretexto de promover los derechos humanos en Cuba, comete una de las más consuetudinarias violaciones a los derechos de un pueblo entero: el bloqueo económico de más de cinco décadas. A pesar de esa agresión permanente —que tiene consecuencias severas en la economía y en el nivel de vida de los cubanos— Cuba ha mantenido niveles sociales de referencia en América Latina.
Varias
organizaciones internacionales han reconocido los logros de Cuba, hasta el
punto de que la isla tiene uno de los más altos índices de desarrollo humano en
la región. Sin desconocer los emergentes problemas en el sistema de salud
pública y en la educación, Cuba garantiza la cobertura absoluta de esos
servicios. Y presta efectiva colaboración en esos sectores a otros países. El
ciudadano tiene también a su disposición un sistema cultural y una red
deportiva que garantizan el disfrute pleno de esas manifestaciones.
El clima de tranquilidad ciudadana es
ejemplar. En Cuba no hay secuestros, extorsiones, masacres, tráficos de
órganos, narcotráfico organizado, desapariciones... El índice de homicidios es
uno de los más bajos del continente. Están proscritas todas las manifestaciones
de discriminación por color de la piel o género. Se trabaja en la erradicación
absoluta de los prejuicios que persisten. El camino de Cuba tienen que decidirlo
los cubanos.
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