Tomado
de Radio Habana Cuba
Con la
participación de Ramón Labañino, René González, Fernando González y Antonio
Guerrero y familiares de ellos, se realizó la última edición del espacio
cultural audiovisual El 3 a las 4 por los 5 en la sala Rubén Martínez Villena,
de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac).
En
el encuentro se revivieron —a través de fotos, canciones, videoclips y poesías—
momentos de las 17 jornadas anteriores, que a lo largo de los últimos dos
años, representaron la voz de reclamo incesante y esperanzador, de artistas,
creadores, familiares y amigos, que dentro y fuera de Cuba se comprometieron
con la causa de los Cinco héroes.
Pinturas
de grandes plásticos cubanos dedicadas a los luchadores antiterroristas,
recogidas en el libro: Desde la soledad y la esperanza; los videoclips El dulce
abismo, del realizador Ronny Feliú, dedicado a Carmen y Adriana, madre y esposa
de Gerardo, y Yellow Ribbon, versión en inglés dirigida e interpretada por artistas
cubanos, idea original de René González, fueron algunas de las obras
presentadas a modo de resumen, y que volvieron a sacar —entre aplausos, manos
apretadas, y abrazos— las indiscretas lágrimas que han acompañado, desde el
pasado 17 de diciembre, el reencuentro y la llegada de los Cinco al país.
En
la cita se agradeció a todos los creadores de Cuba y del mundo, que desde su
arte contribuyeron a que se conociera el caso y se sumaran más personas a la
lucha contra la injusta encarcelación. También se reconoció la participación y
la identificación con la causa, de diplomáticos y embajadores de más de 50
países que estuvieron presentes en muchas de las jornadas del encuentro.
No
faltó el agradecimiento personal, el de Ramón Labañino con palabras sencillas y
fraternales: “Gracias, por estar aquí, por estar unidos, por estar a nuestro
lado, gracias, hermanos”; y el de Antonio Guerrero, una declaración de amor a
su Cuba: “Muchas personas están presas y sus países con esfuerzos los traen de
regreso, pero como pasa en Cuba, creo que eso es único; el cariño con que
fuimos recibidos en la propia oficina del compañero Raúl, presidente del país,
fue algo que rompió cualquier tipo de distancia, de protocolo, ese instante nos
hizo sentirnos en la patria”.
Tony,
cuando se refiere a lo que ellos van a hacer a partir de ahora, comenta que
están aquí, que van a cumplir una tarea más, y
parafrasea a Martí diciendo: “De lo que hice no me acuerdo, solo me
acuerdo de lo que voy a hacer” —y concluye con una expresión que una vez más
denota su extrema sencillez: “A nosotros nos tocó lo que hubieran hecho
millones de cubanos, millones de personas en el mundo, no rendirnos ante el
chantaje, el soborno, la presión…”
Otro
de los momentos del encuentro fue cuando Tony contó cómo lo sorprendió el final
y el adiós a la cárcel: “A las 5 y media de la mañana vino una enfermera…
y me dijo que empacara y ya a las 6:30
a.m., cuando yo salía, todo el mundo me preguntaba que para dónde iba y yo sin
detenerme lo único que decía era: me fui”.
De
ahí, relata la incertidumbre que lo acompañó en cada momento que vivió hasta
que se encontró finalmente con Ramón y Gerardo, la noche antes de viajar hacia
Cuba. “Una noche que —recuerda— no dormimos”.
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