Luis Báez es el periodismo del siglo XX

Arleen Rodríguez Derivet, miembro de la Presidencia de la Upec, pronunció las palabras en el último adiós al prestigioso periodista cubano en el Cementerio de Colón

“No importa que sepamos que hay una edad de acostumbrarse a la muerte, que hay enfermedades que alteran esa costumbre, porque no hubo un preludio en el caso de Luis”. Esas fueron las palabras de despedida de Arleen Rodríguez a este fiel amigo de Fidel y defensor cabal de la Revolución cubana.



“Ha muerto Luis Báez, y la colega solo atina a colgarme de una frase que anda suelta por Segunda Cita, el blog de Silvio Rodríguez, para explicarnos lo que pasa cuando empiezan a irse los íconos de una época: “se está acabando el siglo XX”. Nada suena tan exacto en el caso del periodismo…Luis es el periodismo del siglo XX. El de la prensa escrita por excelencia, con olor a tinta y sonido de voces agitadas al cierre”.

En aquellos años, cuando la radio y la televisión tenían que esperar los inviolables horarios del noticiero, el periodismo impreso era la noticia, “éramos la prueba del hecho”, sentenció Arleen. “La tecnología ha ido relativizando esas verdades, pero hay otras que son inmutables y Luis no solo las tuvo claras, sino que alertó sobre ellas: sobre la urgencia de salvar el reporterismo, sin él no hay periodismo en ningún soporte; sobre la importancia de estar informado a toda hora, periodismo que duerme se lo lleva la competencia; sobre el deber de ejercer la profesión con respeto por uno mismo, defendiendo lo sagrado, que en nuestro caso es la Revolución, sin renunciar jamás a la crítica”.

Arleen y muchos de los que despidieron a Luis en el Cementerio de Colón, aprendieron con él “que significa no dormir mientras la noticia está despierta”.

Sin desvelar los misterios que acompañaron su vida, pues siempre defendió que los periodistas no son la noticia, sino que la construyen, finalmente concedió una entrevista a Amaury Pérez. Allí podremos ver nuevamente a Luis “provocador e interrogador insuperable”, que “forma parte de una generación entrenada en el ejercicio competitivo del oficio, que podía apelar a métodos nada ortodoxos cuando de conseguir y publicar la noticia se trataba”.

Como él, dice Arleen, “nadie tuvo más y menos amigos en el gremio, pero nadie podrá cuestionar jamás los méritos que le llevaron a ganar casi todos los premios que se otorgan en el sector periodístico”. Premios que mereció al dejarnos en sus libros, “en todos ellos, una escuela de periodismo que no se acaba como el siglo XX, porque es parte de la raíz de nuestra profesión y está destinada a sostenerla”.

Sin embargo, no es posible olvidar que “murió quejoso de algunos olvidos, en particular de quienes dirigimos el gremio que a veces olvidamos la llamada necesaria del amigo y el colega enfermo”.

Efectivamente el siglo XX se nos está yendo, “pero sus mayores lecciones quedan ahí, esperando que las tomemos en serio. Y nunca más en serio que tomar de un periodista de la Revolución, porque eso fue Luis”.

Junto a su ataúd no podían faltar las ofrendas florales de Raúl, de Fidel, de la Upec, de sus amigos y familiares. Tampoco la Bandera de la Estrella Solitaria, los reconocimientos que alcanzó durante toda su vida y algunos de los más de 20 libros que nos deja como legado.

Arleen se marchó con el dolor de todos los que estaban allí, de ya no tenerlo más…y así nos fuimos todos, pero con las lecciones de Luis Báez, defensor encarecido de nuestro “periodismo diferente, como dijera él mismo, porque tiene un compromiso eterno con proteger y defender a la Revolución”.


Fuente: Cubaperiodista