Estados Unidos borró de un manotazo la promesa electoral del
presidente Barack Obama de mejorar su relación con los países de Latinoamérica
y El Caribe, cuando en un gesto inusual y sorprendente calificó a Venezuela
como una amenaza grave para la seguridad del país norteño, uno de los más
agresivos en todo el planeta.
La afirmación de la Casa Blanca se hizo precisamente cuando
se realizan los preparativos de la llamada Cumbre de las Américas, que tendrá
lugar en Panamá en abril próximo y que, se esperaba, debía marcar un nuevo
momento tras la declaración de Washington y La Habana de restablecer sus
relaciones diplomáticas y emprender el largo proceso de normalización de sus
vínculos.
Por primera ocasión desde que se realizó la primera de estas
reuniones, en diciembre de 1994, se anunció la participación de Cuba, como una
muestra del respaldo de la región al Gobierno Revolucionario y su bien ganado
prestigio.
En estos días, sin embargo, el ambiente quedó ensombrecido
por la hepática reacción de Obama, que podría traer graves consecuencias no
sólo para Venezuela, sino para la estabilidad de toda el área.
Tras el estupor por la declaración ejecutiva del jefe de la
Casa Blanca, vino una oleada de respaldo hacia Caracas, con la advertencia a
Estados Unidos de que los tiempos ya cambiaron y ahora ningún país está solo o
indefenso ante las tropelías recurrentes del belicoso vecino del norte.
El primer mandatario ecuatoriano, Rafael Correa, consideró
“una broma de mal gusto” la declaración de Venezuela como amenaza para Estados
Unidos, en tanto su colega boliviano, Evo Morales, dijo que Obama debe pedir perdón
a Caracas antes de la Cumbre de las Américas o, de lo contrario, tendrá que
enfrentarse con los presidentes antiimperialistas en la cita de Panamá.
De igual manera, el exgobernante de Uruguay, José Mujica,
utilizó una frase muy popular de su país al afirmar que, a quien se le ocurra
decir que Venezuela pone en peligro la seguridad norteamericana “debe andar
pasado de manija”, lo cual equivale a decir en otros países del área que
“perdió un tornillo”, o “le falta una tuerca”.
El rechazo a este patinazo del ejecutivo estadounidense
también se extendió a la Unión de Naciones Sudamericanas, la Unasur, y alcanzó
territorios tan lejanos como Beijing, donde se realizó una marcha de respaldo
al pueblo venezolano, en tanto en Moscú el presidente Vladimir Putin acusó a
Estados Unidos de ejercer presiones políticas que significan una amenaza no
sólo para la democracia de Venezuela, sino que para toda América Latina y El
Caribe.
Lo cierto es que de un tirón, Obama retrocedió a los años
más sombríos de las relaciones entre su país y el sur del río Bravo en clara
señal de que no ha estudiado, o no aprendió nada, de la historia de las últimas
décadas y las transformaciones ocurridas en nuestros países. Como asegura la
sabiduría popular, no hay peor ciego, que el que se niega a ver.
Fuente:Radio Habana Cuba
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