El diálogo entre Estados Unidos y Cuba es "un proceso
indetenible que tiene su propio camino" y no se verá afectado por el
conflicto entre el poderoso país del norte y Venezuela. Así lo afirma el
escritor Omar González, intelectual que, en su calidad de coordinador del
capítulo cubano de la Red de Redes en Defensa de la Humanidad (Redh), cuenta
con información de primera mano sobre la realidad latinoamericana.
Ese entrenado ojo le permite decir que tras décadas de
conflicto, tanto Estados Unidos como Cuba están buscando que el diálogo no se
vea afectado por otros factores, aunque "será un proceso necesariamente
muy demorado".
González, amigo de intelectuales como Gabriel García
Márquez, guarda las distancias pero recuerda que, por ejemplo, los encuentros
entre EU y Vietnam, para reparación de los daños de guerra, se llevaron la
friolera de nueve años. "Tenemos que conversar con EU, pero es un proceso
largo sobre el que no hay que hacerse ilusiones ni pensar que las cosas se van
a resolver pronto".
Enseguida, fragmentos de la extensa conversación que
González sostuvo con La Jornada.
–Resulta paradójico que Barack Obama parezca favorecer a
Nicolás Maduro, entre otras cosas porque el chavismo es una fuerza que se
fortalece en la confrontación.
–Ah, claro. Está entrenada, muy bien preparada. Tiene un
adiestramiento indiscutible en ese tipo de lucha de confrontación con una
oposición muy virulenta. Con la orden ejecutiva de Obama, la imagen de
Venezuela se fortalece, incluso de cara a la Cumbre de las Américas. Una medida
de este tipo es inconcebible, pero es claro que Obama está entrampado, tratando
de dividir a la izquierda, cuando trata de mostrar al mundo que conversa con
Cuba pero con Venezuela no hay diálogo posible.
Otra lectura de la declaratoria de Obama de Venezuela como
una "amenaza" es, sostiene González, que el presidente estadunidense
extiende por esa vía una suerte de autorización: "Es como una señal que le
dice, a la ultraderecha, que tienen libertad para hacer lo que quiera, aunque
EU no intervenga". El escritor pide recordar que a las órdenes ejecutivas
siempre les sucede "una escalada", aunque ésta pueda ser, como ahora,
"mediática", o tener la forma de "una guerra económica".
México, país de la crispación
Desde hace más de una década, González ha participado en
decenas de encuentros con intelectuales, escritores, científicos y periodistas
de todos los países de América Latina. Con esa carga dice que en el
subcontinente se avizora un "futuro muy explosivo", donde se observan
situaciones preinsurrecionales en algunos países y con cambios en curso en
otros, donde existen gobiernos progresistas. "Los cambios están ocurriendo,
aunque las formas de lucha hayan cambiado y no se den con la radicalidad de los
manuales. Son las revoluciones de ahora".
En un recorrido a vuelo de pájaro por lo que ocurre en
América Latina, González llama la atención sobre el tono "muy a la derecha"
de las protestas contra el gobierno de Dilma Rousseff en Brasil, donde algunos
piden la intervención de los militares. “Allá vi manifestaciones con visos
facistoides muy extremos, piden sangre, piden que se desbarate todo, no es un
cambio light lo que están promoviendo”.
–¿No le parece que es un sector minoritario el que demanda
eso en las protestas?
–Lo es, pero también hay mucho coro.
–La derecha y sectores de la izquierda latinoamericana
siguen planteando el dilema Lula o Chávez. ¿Qué le parece?
–Esa dicotomía no tiene sentido. En México, por ejemplo, la
intelectualidad de izquierda gira, desde mi punto de vista, alrededor de tres
ejes: los zapatistas, el Partido de la Revolución Democrática y ahora Morena.
Los otros no estaban demasiado preocupados por la cultura de manera
sistemática. Hoy existe una crisis indiscutible en las fuerzas de izquierda, y
eso va a tener repercusiones entre la intelectualidad. Es hora de pensar el
mundo desde México, a la manera de una iniciativa que llevamos a cabo en
Bolivia. Es posible porque la situación que hay en México es muy convocante. Se
vive aquí crispación muy grande; yo sólo sentí algo similar en las etapas más
difíciles de Colombia.
Venezuela y sus intelectuales La Redh ha girado buen tiempo en torno al proceso
venezolano, desde que en 2004 se realizó una importante reunión de
intelectuales con el presidente Hugo Chávez.
A pregunta, González reconoce que un sector de la
intelectualidad venezolana se alejó del llamado proceso bolivariano. Entre los
factores que condujeron a esa situación, el escritor menciona el malestar por
las leyes "habilitantes", lanzadas por Chávez vía decreto, que fue
"capitalizado" por la oposición, pero añade que un sector de los
intelectuales venezolanos estaba de por sí "muy ligados a la
oligarquía" y se caracterizaba por tener "una fuerte dosis de
racismo", de modo que no tragaban al primer mulato presidente en la
historia
–El "pataenelsuelo", decían los carteles en las
marchas opositoras.
–Sí, eso eran muchos de esos intelectuales, dueños de
periódicos, amigos nuestros de toda la vida.
–¿Habla de Teodoro Petkoff?
–Y de otros, como Miguel Henrique Otero (dueño El Nacional,
el principal periódico venezolano), cuya madre, María Teresa, fue una persona
muy allegada a Cuba, amiga de Alejo Carpentier. En el seno de la familia Otero
hubo un conflicto fuerte por Chávez. Pero llegó un momento en que El Nacional
era casi el líder la oposición.
–Bueno, no casi, durante el paro petrolero los medios y la
cúpula de Petróleos de Venezuela eran los líderes opositores.
–Yo siempre los minimizo, no tanto.
–La oposición venezolana parece haber aprendido: volvió al
terreno electoral con un candidato único.
–Creo que fue muy torpe cuando renunció a las elecciones.
–La historiadora Margarita López Maya sostenía que el
problema es que Chávez abandonó la Constitución para imponer el modelo comunal
que fue derrotado en el referendo de 2007.
–Chávez fue siempre muy constitucional. Hizo tantas
elecciones, tantos referendos, tantas pruebas de democracia.
–Un venezolano me decía que lo mejor del chavismo es
"el pueblo negro, sudoroso y desdentado".
–Los que están en los cerros.
–Sí, el chavismo popular.
–No, hay intelectuales de nuevo tipo. Una visión nueva requiere
un nuevo tipo de intelectuales. Por ejemplo, los medios han creado
intelectuales mediáticos, que no tienen nada que ver con ese modelo clásico de
los enclaustrados en su torrecita.
“La venezolana es una revolución a la que le hace falta
pensarse y repensarse. Tú notas esa ausencia de un pensamiento, que había mucho
con Chávez, en muchos procesos políticos. Debe ser la dinámica, el ritmo de
estos tiempos. Habría que ordenar esa profusión de fragmentos que tanto tiene
que ver con la propia identidad, articularlos, y ahí pudiera haber un discurso
político.
“Cada vez está más disperso identificar un discurso político
coherente en cualquier proceso, y hay una desazón, un abandono de aquello que
caracterizó a la izquierda en los 60: casi podría decirse que primero pensaba y
después actuaba o que era simultáneo.
"Puede ser bueno recurrir al pasado para entender el
presente, porque sin memoria no se puede visualizar el futuro, pero también
indica una ausencia muy grande de nuestros contemporáneos."
Fuente:Cubadebate
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