Roberto Pavón Tamayo, Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de la vida, 1999, revela parte de las vivencias de 40 años de profesión. Roberto Pavon Tamayo, director de la AIN durante 14 años falleció el 9 de Octubre del 2013.
El olor a café inunda la sala repleta de recuerdos que cuentan la historia de este hombre extraordinario. En la mesita de madera, desde fotos con Mirta, su esposa, hasta otras con el Comandante en Jefe Fidel Castro, y también en reposo la estatuilla del Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de la vida, otorgado en 1999.
Ante mí, un hombre de expresión amistosa, mediana estatura, lleva espejuelos pequeños que permiten notar la paz que trasmiten sus ojos. Me saluda Roberto Pavón Tamayo con la sencillez que caracteriza a los hombres buenos, e inicio así la serie de preguntas a las que responde con la excelencia de su verbo claro.
-¿Cómo llega a La Habana a estudiar Medicina Veterinaria y termina como periodista?
Provengo de una familia de periodistas. Mi padre fundó el periódico Heraldo, en Holguín. Yo pasaba mucho tiempo con él mientras veía lo que hacía. Mis hermanos, Elías y Luis, son periodistas también. Supongo que quise cambiar la tradición. Aunque al periodismo los Pavón Tamayo lo llevamos en la sangre.
Mientras estudiaba Medicina Veterinaria estaba vinculado al Partido Socialista del Pueblo y participaba en cuanta manifestación contra la tiranía se organizaba en la Universidad de La Habana. En una de esas fui detenido por la policía junto a otro compañero, apaleados y torturados injustamente por un coronel llamado Martín Pérez.
Luego nos trasladaron para El Castillo del Príncipe donde nos iban a enjuiciar sin una pizca de justicia. De tanta suerte nos pusimos que nuestros abogados, muy comprometidos con la lucha por la liberación de la patria, crearon las condiciones para que nos pudiéramos escapar y así lo hicimos. Fueron tiempos difíciles. Estuve meses escondiéndome en casa de mis familiares, hasta que finalmente llegó el año 1959 y con él, nuestro triunfo revolucionario.
Después de una experiencia así se hace imposible limitarme a estudiar Medicina Veterinaria, un trabajo que admiro muchísimo, pero ya no llenaba mis expectativas. Cuando triunfó la revolución yo sabía que consagraría el resto de mis días al periodismo.
-¿Cómo recuerda su primer trabajo en el Semanario Surco, de Holguín?
Me gustó mucho colaborar en el semanario. Fue mi primer trabajo verdaderamente periodístico. Allí viví momentos muy intensos. No solo vinculados con el periodismo, sino que como profesional de la comunicación di el paso al frente en una labor muy noble como la Campaña de Alfabetización, la cual llevó tanta luz a todo nuestro país. Fue algo inolvidable.
Pavón fue también miembro de la dirección que organizó el Primer Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba, cónclave que condenó las formas mercantilistas y sensacionalistas de hacer periodismo.
-Pocos conocen su condición de profesor en la Escuela de Corresponsales Pablo de la Torriente Brau. ¿Qué lo motivó a fundarla?
Logré organizar la escuela con ayuda del Partido cuando trabajaba en el periódico Sierra Maestra, de Santiago de Cuba. En aquel tiempo había una gran necesidad de promover personas con cierta vocación periodística. Fue la necesidad, sobre todo, lo que nos incitó. Queríamos formar buenos periodistas y lo logramos. Para demostrarlo está José Fernández Vega, director de la revista Bohemia, y como él otros tantos, quienes ofrecen lo mejor de sí para lograr que la prensa cubana sea cada vez mejor.
-¿Cómo llega al Noticiero de Televisión teniendo perfiles tan distintos de trabajo la TV y la prensa escrita?
Para colaborar en el noticiero de televisión me llamó Reinaldo Infante, director de ese espacio en aquel entonces. Yo era novato en la TV. No niego que al principio fue muy difícil, pero me encantaba. Sin lugar a duda, la televisión es el trabajo que más me ha gustado. Fue una labor muy intensa, muy bonita.
-¿Por qué deja de ejercer como periodista para hacer trabajo diplomático?
Mientras colaboro con Raúl García Peláez en el Departamento de Orientación Revolucionaria, a él lo designan embajador de Cuba en la URSS (Unión de Republicas Socialistas Soviéticas) y a mí como su segundo. Trabajamos durante seis años como diplomáticos en la Unión Soviética. Fue una encomienda muy compleja. A pesar de que tuvimos muchas dificultades por estar en un país con características distintas a las nuestras, logramos fortalecer las relaciones entre los dos países. Fue muy satisfactorio.
-¿Cómo califica su trabajo en Angola?
Permanece en silencio y por un momento la expresión de su cara cambia. No parece la persona serena y jovial que es. Su rostro se muestra pensativo y al fin dice: Angola, Angola…
“Yo fui allá a trabajar en el comité de ayuda a Angola como colaborador y Mirta, mi esposa, como asesora de la organización de mujeres. Fue difícil, distinto a todo lo que había hecho antes.
“Allá despedimos muchos duelos de compañeros muertos en el campo de batalla. Estuve en peligro mortal en dos ocasiones, eso jamás lo olvidaré. Fue un trabajo difícil, sí, pero no podía renunciar, no defraudaría a quienes confiaron en mí. Yo fui a Angola a una misión y la cumplí”.
Pavón es de esas personas que cuando habla mira a los ojos, incluso cuando se refiere a un tema tan doloroso como lo fue la guerra de Angola. Se refleja en su mirada la pasión por la patria que ama y por la cual sería capaz de arriesgar la vida.
-¿Qué proyecto tenía al regreso de Angola?
Al llegar de allá tenía ganas de trabajar con mis compañeros de profesión, mucho ánimo y nuevas ideas. Se me concedió el placer de guiar los primeros pasos para la fundación del periódico Tribuna de La Habana. Le puse gran empeño al proyecto. Me entusiasmaba la idea de crear un periódico completamente nuevo.
Lo complicado fue escoger al personal, después todo se dio fácil: el diseño, la planificación de la frecuencia con que saldrían los ejemplares, los temas que se abordarían… Todos los que colaboraron en la confección del Tribuna son periodistas, diseñadores, fotógrafos muy buenos con ideas geniales y muchas ganas de hacer su trabajo. Fue muy satisfactorio organizar el proyecto y después ver el fruto de tantos meses de esfuerzo.
-¿Qué significó para usted ser el director de la Agencia de Información Nacional (AIN) durante 14 años?
Dirigir la AIN enriqueció en gran medida mi formación profesional. Yo no tenía muchas posibilidades para escribir porque la labor de director te ocupa todo el tiempo, pero tengo gran cantidad de memorias gratas, por ejemplo, cuando viajé a México junto a Fidel. Al regreso, escribí sobre la preparación que se ofrece a los periodistas mexicanos y me gustó mucho hacer ese tipo de trabajo. Además, tuve la oportunidad de visitar las imprentas, los periódicos de allá, charlar con periodistas mexicanos.
Todas esas vivencias me permitieron regresar a Cuba con ideas buenas para poner en práctica. Dirigir la AIN es uno de esos trabajos que aporta tanto profesional como humanamente, porque compartir 14 años con personas tan entregadas no solo deja una huella en el currículo, sino también en el corazón.
-En 1999 le otorgan el Premio Nacional de Periodismo José Martí. ¿Cómo fue ese momento?
Importantísimo, pero totalmente inesperado.
-¿Qué trabajo le gustaría hacer a Roberto Pavón?
Radio, siempre me ha gustado mucho el periodismo radial, es un misterio para mí.
-¿Algún proyecto?
Hace un tiempo comencé a escribir un libro junto a mi hermano Elías. El prólogo lo redactará mi hermano Luis. Es sobre Holguín, nuestra ciudad natal. Los cambios y reformas que se han hecho después del triunfo revolucionario. Espero que se publique…
-Pavón, ¿si no hubiera sido periodista…?
No hubiera sido nada, yo amo mi profesión. Me siento feliz y satisfecho. No me imagino haciendo nada más.
El mediodía pone fin a la conversación. Este es el espacio del día en que Pavón va hasta la Casa de la Prensa, permanece allí unos 20 minutos con amigos de toda la vida. Camina hasta el lugar que por 14 años fue su hogar, la Agencia de Información Nacional, situada en la calle 23 esquina a J, indaga sobre cómo se encuentran sus antiguos compañeros. Ayuda en lo que puede y pone fin a su recorrido en la Agencia Prensa Latina, órgano que actualmente lo abraza como uno de sus periodistas.
Es preciso y afable este hombre a quien el éxito no ha borrado la sencillez. Pavón es de las personas que con cada palabra exhorta a tomar partido en las situaciones, a ser justo para no juzgar solo por las apariencias, a elegir el camino correcto, a luchar por ser mejores. Él enseña, casi sin saber, a amar esta profesión que sin lugar a dudas es el mejor oficio del mundo.
Fuente:Cubaperiodista
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