Por: José Antonio Quintana García
Mediados de 1870, un joven camagüeyano, famoso por su valor personal demostrado en duelos, galopaba al frente de una columna insurrecta hacia el Occidente de la Isla. Aunque su nombre era Bernabé de Varona, casi todos le llamaban Bembeta. Para esa fecha ya había alcanzado el grado de General de Brigada del Ejército Libertador y emprendía una de las más osadas misiones en aquellos primeros años de la Guerra Grande.
Conjunto Monumentario en Lázaro López, erigido cerca del lugar donde estuvo el fuerte que atacaron los insurrectosMucho ruido hizo la incursión militar; en La Habana temían que los caballos de los rebeldes, de un momento a otro, bebieran de las aguas límpidas del Almendares. Nada detenía a Bembeta y sus hombres. Continuaban la marcha, a pesar de las numerosas tropas hispanas que intentaban cortarles el paso.
Como un ciclón entraron en Las Villas. Y entonces sucedió lo impredecible. El cólera atacó sin misericordia. La columna fue diezmada. Para salvar a los sobrevivientes el General ordenó la retirada al Camagüey. Iba furioso en la vanguardia, decidido a causar el mayor daño posible al enemigo.
A la vista el caserío de Lázaro López, le comunicaron los exploradores. En este lugar, el 9 de septiembre de 1869, cayó en combate Ángel del Castillo, su coterráneo y compañero de lucha desde los tiempos en que se conspiraba contra el régimen español.
El fuerte seguía en pie, sobre un montículo desde el cual se dominaba la llanura y se protegía al poblado. De allí salió la bala que segó la vida de la Tempestad a caballo, como se le conocía a Ángel. Pero el 18 de junio los defensores fueron sorprendidos.
Nunca habían sufrido el ataque de una pieza artillera. El Comandante Tomás Mercer, dirigió los certeros disparos del cañón. Mientras, las familias huían hacia los bosques, cargadas de bultos de ropa y otras propiedades. Con el camino despejado, los atacantes se apropiaron de mercancías y capturaron a 62 enemigos. Algunos de ellos luego fueron fusilados debido a las tropelías cometidas.
Los insurrectos tuvieron un muerto y cuatro heridos, entre estos últimos estaba el Coronel Manuel Suárez, natural de Islas Canarias, quien en la contienda del '95 sería Mayor General del Ejército Libertador, por cierto, todavía viven en Ciego de Ávila descendientes suyos. Después de este éxito los 600 hombres que integraban el contingente atacaron Iguará y el 23 de junio llegaron a Jicotea.
Bembeta dividió en tres grupos a la columna, los que rodearon el poblado donde vivían prósperos hacendados. Un fuerte protegía la entrada principal. Los jinetes arremetieron, amparados por el fuego del cañón. Mercer, en medio de la refriega, seguía impasible. Alistó el cañón y disparó tres veces con precisión admirable. Los proyectiles cayeron, exactamente, dentro de la fortificación.
Cuando los mambises entraron no pudieron evitar repulsa ante el panorama: un amasijo de huesos rotos, músculos desgarrados, charcos de sangre y lamentos. Al finalizar el combate los españoles tuvieron 42 bajas y los invasores solo dos muertos y cuatro heridos. Antes de seguir saquearon e incendiaron las casas.
Fuente:Invasor Digital
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