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miércoles, 10 de junio de 2015

Para ejercer el periodismo hay que ser un buen ser humano

El periodista Omar George opina que frente a los desafíos éticos hay que ser consecuente y honesto consigo mismo-¿Es discordante o resulta un atropello organizarnos y normar todo lo relacionado con el cumplimiento de los principios éticos? ¿Es válido que se adopten decisiones autónomas por los medios?

Todo lo contrario. El Código de Ética de la Upec iguala a sus miembros en el deber de acatar determinadas normas deontológicas, que deben hacerse más específicas en la medida en que se ajusten a las peculiaridades de cada medio. Y si hasta ahora no ha sido así, se debe a que tampoco se ha logrado diversificar y diferenciar del todo los perfiles editoriales de nuestros órganos de prensa.


Los preceptos expuestos en ese documento rector, son esencialmente los mismos que se asumen para la práctica universal de nuestra profesión: la obligación de brindar una información exacta; la responsabilidad por lo que se hace ante el público; el respeto a la intimidad y a la dignidad humana y el rechazo a la difamación, la calumnia y el soborno.

Pero lo que concreta en la praxis tales generalidades es la manera en que en cada medio se asumen. Es allí donde lo que debe ser una guía para la conducta profesional de un periodista nepalí, norteamericano o cubano, se imbrica con la ideología y la política de un proyecto social específico. 

No se trata por cierto de una deuda exclusiva del sector en las particulares condiciones de Cuba. En otras partes del mundo, se suscita también un debate sobre la técnica, el alcance y los límites del trabajo de un periodista que responde a determinado órgano de prensa. Y en no pocos de esos lugares se asocian algunos de los males de la profesión a la ausencia de tales normativas. 

Por lo general, las excepciones corresponden a ejemplos de buenas prácticas. Empresas periodísticas que recogen en directrices editoriales o cartas de etilo, valores y criterios sobre cómo desenvolverse en los infinitos escenarios desde donde la vida reta constantemente al periodismo: desde el respeto a las culturas, el cuidado en la selección de imágenes y el uso de determinadas expresiones, hasta la cobertura de hechos de violencia sexual y actos delictivos.

Y todo ello sin menoscabo del cumplimiento de la misión profesional y social del periodista, ni del debido respeto que a su integridad intelectual debe  la dirección del órgano de prensa para el que trabaja.

Creo que por estos senderos de la ética transitan algunas de las interpretaciones de otros colegas que han opinado sobre el tema, en el sentido de que a este asunto debe buscársele solución en cada medio, con decisiones y normas de cumplimiento interno.

-¿Resulta contraproducente que los medios normen el comportamiento ético y autorresponsable de sus periodistas y trabajadores para actuar en cualquier lugar público?

Para nada. Además, tal proceder resulta totalmente consecuente con lo que establece el Artículo 8 del Código de Ética de la Upec: “El periodista debe mantener una conducta laboral, social y moral consecuente con los principios y normas de nuestra sociedad.” Uno es periodista todo el tiempo y de su comportamiento público depende un juicio que lo trasciende como individuo y que evalúa también los demás ámbitos de su desempeño, medio incluido.

-¿Puede la ética presentar varias caras o consideras que la ética es una e indivisible, tal como ha planteado la Comisión Nacional de Ética de la Upec en una declaración que se discute en los consejos de dirección de los medios sobre los retos éticos del periodismo cubano en la actualidad?

La ética es, efectivamente, única e indivisible. Pero no sólo en una dimensión personal, sino también sistémica.

En el periodismo, no puede quedar solamente restringida al ámbito de la conciencia individual de quienes lo ejercen directamente, en cualquiera de sus modalidades. Incluye también a los directivos de los medios y a todos los demás factores  que proveen a los periodistas de la infraestructura necesaria para difundir la información y que en última instancia determinan la orientación ideológica de los contenidos.

El precepto refrendado en el Artículo 2 del Código de Ética de la Upec, que expresa: “El periodista tiene el deber de informar y expresar sus criterios con veracidad, agilidad y precisión…”, tiene su equivalente en el mandato que en el Código de Ética de los Cuadros del Estado exige a estos ser sinceros, no ocultar ni tergiversar jamás la verdad y ser escrupulosamente veraz en los informes.

Para los periodistas queda prescrito que en los medios de comunicación donde trabajan, no deben hacer publicidad, promoción o propaganda comercial disfrazadas de periodismo. Y quizás la Comisión Nacional de Ética de la Upec nunca haya tenido que basarse en el Artículo 26 para adoptar una sanción, porque resulta demasiado obvia la falta descrita como para cometerla.

Pero puede ser un fenómeno mucho más sutil y difícil de conjurar cuando un funcionario con determinadas responsabilidades políticas o administrativas, o a cargo de las relaciones públicas de una institución determinada, presiona a un órgano de prensa para imponer su particular visión sobre el desempeño del sector o la entidad que representa o atiende. O brinda una información sesgada a los periodistas con la intención de que estos la asuman de manera acrítica.

En cualquiera de estos casos, la ética queda resentida por más de un factor concurrente. La deontología periodística es, por tanto, una construcción colectiva.

- Qué opinas sobre la existencia en el espacio digital de nuevas publicaciones que son inyectadas con capital externo y atraen a figuras de la prensa nacional, en particular a jóvenes. ¿Crees que podrían contribuir a debilitar la ética en nuestro periodismo?

Es curioso, pero el documento de la Comisión Nacional de Ética de la  Upec “La ética es una e indivisible” no hace puntualmente ninguna referencia a este asunto en particular. Y creo que la misma denominación de ese llamamiento, tiene más que ver con otros fenómenos lesivos a la moral del gremio que a ese otro hecho que puede tener tantas causas como interpretaciones: desde el protagonismo asumido por la prensa foránea ante la omisión de temas y acontecimientos de interés público por parte de la nuestra, hasta el dilatado e irresoluto drama salarial del sector, pasando todo ello por el prisma inevitable de una contextualización de carácter generacional.

Creo que a un periodismo serio, constructivo, alineado con las mejores intenciones de mejorar nuestra sociedad, no hay por qué impugnarle su fuente de financiamiento, siempre que esta sea transparente y legítima.

Y aunque parezca un desaguisado, creo ver en el asunto más fortalezas que amenazas, siempre que desde el espacio “no digital” sepamos estar a la altura del reto.

No se trata de objetar esas publicaciones por su contenido, por muy atrevido o mortificante que sea al asomarse a determinadas aristas de nuestra realidad o al polemizar sobre ella. Pero si de refutarlas cuando lo hagan ofensa e irrespeto mediante, tergiversen, mientan  o lesionen la dignidad ajena.

Tampoco me parece justo vilipendiar a un colega porque intente hacer desde otro medio lo que antes no ha intentado transformar desde el suyo. Habría que ver cuán dispuesto estuvo el que lo emplantilla a viabilizar sus buenas intenciones.

-¿Qué ideas puedes ofrecer en el camino de la búsqueda de soluciones a los desafíos éticos que estamos enfrentando?

Ser ante todo consecuente y honesto consigo mismo, porque ese es el primer paso en el camino que nos lleva a respetar a los demás y a sustentar una ética.

En última instancia me asumo a lo que ese maestro de periodistas que fue Ryszard Kapuscinski dijo alguna vez:“Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas”.

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Fuente:Cubaperiodistas.cu


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