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jueves, 7 de enero de 2016

En medio de las carencias espirituales que sufre la sociedad cubana, un proyecto juvenil que pretenda rescatar valores culturales viene a ser perla de cultivo en medio de esa ostra caribeña que somos como Isla.

Es por eso que tanto se agradece la iniciativa del Centro Provincial de la Música y su promotora, Kenia Toledo Contreras, quien lleva tres años proponiéndose un acercamiento en Ciego de Ávila entre los adolescentes y la llamada música de concierto.


Para ello concibió lo que se denomina Pentagrama con identidad, espacio mensual que propicia que los jóvenes, más allá del reguetón y su “perreo”, aprendan a disfrutar también con las bellas artes a través de vías no formales, desinhibidas y atrayentes, que consigan empatía con un género poco favorecido en estos tiempos.

La magia de saber combinar lo informal con lo culto en un espacio que no puede tener mejor nombre

Para lograr su propósito, Kenia escoge a un grupo de muchachos de la escuela mixta José Antonio Echeverría, de la capital avileña y, además de propiciar el encuentro con artistas que se dediquen a este género, busca como escenario algún espacio creativo que complemente la actuación con el conocimiento de aquellos valores identitarios que definen al territorio.

Así, la otra tarde, casualmente, me los encontré en la galería Pauyet, lugar donde, además de apreciar la obra terminada y su elaboración in situ, recibieron información sobre su modo creativo en un intercambio de preguntas y  respuestas, los cuales servían de intervalo a las interpretaciones del cuarteto de flauta perteneciente al conjunto de cámara Música Abierta.

Según la promotora de Pentagrama con identidad, además de buscar una aproximación a ese ámbito musical tan poco conocido y reconocido por ellos, el cual puede aportarles riqueza interior y amplitud de gustos culturales, el objetivo no va más allá de despertar en los muchachos inquietudes y orgullo, como avileños, por las manifestaciones culturales del territorio, en un contacto directo con lo mejor y más selecto de las personalidades y las instituciones que le dan vida.

“De ahí el nombre de un proyecto que ambiciona más que despertar en niños, jóvenes y adolescentes, el amor por ese acervo cultural que nos define como pobladores de estas tierras”, afirma Kenia.

Esa tarde, los muchachos amén de disfrutar de las piezas del renombrado grupo Pauyet, observar cómo viejos tenedores asumen las más disímiles formas artísticas y dialogar con sus protagonistas, pudieron disfrutar de un colectivo de cuatro jóvenes flautistas que, acercando lo popular a lo culto, dejaron en el alma de los estudiantes un dardo de enseñanzas diferentes.

Experiencias como estas merecen multiplicarse. Sería la única manera de cultivar algo que está tan perdido por estos días en el ámbito de la cultura; los públicos, los cuales por desconocimiento o por ausencia de una promoción acertada, dejan, penosamente, la mayoría de los espacios vacíos.

Fuente:Invasor Digital

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