por: Lissy Rodríguez Guerrero
Héroe de mil batallas, caminante eterno, hacedor de sueños que miras al futuro, zarpó tu nave. La Plaza de la Revolución, el mismo sitio donde hiciste historia tantas veces —donde nos hiciste— fue el puerto seguro para la despedida de tus hijos, millones de almas agradecidas presentes allí en muchas formas, que guiaste por el camino del bien, la justicia, el saber y el humanismo. Estaba también tu Maestro, el Héroe de Yaguajay y el Guerrillero Heroico —más solemnes que nunca—, estaban los fundadores de la Patria toda, que llegaron para recibirte de manos de tu pueblo, y guiarte a la inmortalidad.
En manos de una pequeña la rosa blanca; en los rostros y las voces de los estudiantes tu nombre (¡Yo soy Fidel!, ¡Dinos qué otra cosa tenemos que hacer!, ¡Comandante en Jefe, ordene!, decían); en la distancia banderas cubanas, de otras naciones del mundo y del 26 de Julio, y todo eso junto en una Plaza desbordada que lleva días en un silencio cómplice por ti. Ese fue el preludio de la noche en que más allá del dolor multiplicado, nos embargó la certeza de que tu pensamiento perdura, de que no has muerto de veras Comandante, porque te despides de la presencia terrenal con el deber cumplido.
Junto a tu pueblo, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, hermano de sangre y convicciones; miembros del Buró Político; del Secretariado del Comité Central del Partido; de los Consejos de Estado y de Ministros; las FAR; el Minint, las organizaciones políticas y de masas, dignatarios y personalidades de todas las regiones del mundo.
Un glorioso Himno Nacional hizo temblar la Plaza nuevamente, que escuchó voces firmes y enérgicas, quebradas; la actriz Corina Mestre nos regaló la Marcha Triunfal del Ejército Rebelde, de Jesús Orta Ruiz, cuya letra imantó los corazones de quienes sabemos que Cuba también tiene un nombre-símbolo, Fidel Castro Ruz; y luego, rindieron tributo tus amigos de todas partes del mundo, a quienes tendiste la mano siempre que lo necesitaron, incluso en más de una ocasión.
Por último, fuimos testigo de las palabras de Raúl, que recordó los momentos en que la explanada te recibió glorioso, desde una concentración en apoyo a la Reforma Agraria o la Primera y Segunda Declaración de La Habana, hasta la proclamación de Cuba como territorio libre de analfabetismo, las marchas por el Primero de mayo y el tributo al Comandante Ernesto Che Guevara.
En tu homenaje, dos jóvenes confirmaron lo que ya es una verdad compartida: «Él no murió, él se multiplicó para todos nosotros», nos dijo Ana Laura, de 17 años. «Vamos a seguir su legado siendo revolucionarios, estudiando, que era su principal sueño, estando más fuertes y unidos que nunca», sostuvo Jennifer del Camino.
Volviste a convocarnos Fidel. Y allí estuvimos. Ahora que vas por nuevos mares profeta de la aurora, fundador de la Revolución de los humildes, mira hacia delante seguro como siempre, con la convicción profunda de que tus hijos seguirán tus ideas, porque las inscribiste en letras grandes en la historia del mundo. Hasta la Victoria Siempre, Comandante.
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