Por. Alejandro Alvariño Iñigo
La ley Helms Burton es un engendro que pretende asfixiar a la economía cubana, crearle cada vez más problemas a la población, ahuyentar a los inversionistas extranjeros, maniatar, desestabilizar a la Revolución y lograr un cambio de gobierno en la Isla.
Desde el pasado dos de mayo se activó el título III de dicha ley, promovida en 1996, durante el gobierno de William Clinton, por los entonces senadores Jesse Helms y Dan Burton, aunque no podemos olvidar que desde hace más de cinco décadas se aprieta el cerco económico contra la mayor de las Antillas, por cometer el delito de tener un sistema socialista.
Es cierto que la ley Helms Burton afecta a la economía y en especial a sectores tan sensibles como la salud, la educación, el transporte, la agricultura y las comunicaciones, por solo citar algunos, sin embargo el pueblo sigue junto a su gobierno en la búsqueda de nuevas soluciones sin perder el sueño.
Ahora el gobierno de Donald Trump, acusa a Cuba de la supuesta ayuda militar a Venezuela, donde realmente hay un ejército pero de hombres y mujeres de batas blancas, que contribuyen de forma solidaria y humana a elevar la calidad de vida de los hijos de la patria de Chávez, mMaduro y Bolivar.
Ninguna persona con sentido común puede pensar que Cuba, un país pequeño, subdesarrollado y cuya política se sustenta en la coexistencia pacifica pueda representar una amenaza para Estados Unidos, la primera potencia militar del planeta, con una extensión territorial superior a los nueve millones de kilómetros y más de 300 millones de habitantes.
Es cierto Cuba tiene muchos obstáculos delante, pero también tiene un pueblo digno y heroico que como señaló Fidel en 1959, no aceptará jamás absolutamente nada que lesione un ápice de su soberanía y su dignidad.
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