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lunes, 20 de junio de 2022

Israel Rojas: La Revolución se defiende haciéndola todos los días


Por: Joel Mayor Lorán
 

Polo Montañez llevó a Buena Fe hasta Las Terrazas hace apenas unos días. La popular agrupación no se resistió a la convocatoria de la EGREM y Musicuba al tradicional Jolgorio, entre los verdes parajes donde nacieron las canciones del Guajiro Natural.

Y allá les esperaba un público entusiasta que coreó sus temas, especialmente No juegues con mi soledad, Catalejo, Ser de Sol, Volar sin ti, Valientes, Patakí de libertad, Pi 3,14 y Nacimos ángeles.

Amparado en la magia de sus letras y la efervescencia que despiertan en quienes las seguimos, del paisaje circundante y el espíritu de Polo, le pedí a Israel Rojas una pequeña entrevista… y tampoco quiso negarse.  

“Nosotros tuvimos la inmensa fortuna de conocer a Polo en vida, de tener una bonita relación, de guajiro a guajiro, cuando ninguno éramos artistas conocidos. Disfrutamos su extraordinario éxito y vivimos su pérdida física.

“Siempre lo recuerdo como el tipo que conocí, muy natural, muy alegre, con una positividad envidiable y contagiosa ante la vida y las adversidades. Y en cuanto me invitaron dije que sí, encantadísimo”.

¿Qué le dice hoy, en la segunda década del siglo XXI, que el mensaje de dos personas humildes trascienda a través de la música, en tiempos tan duros?

“La música no escapa al resto de los fenómenos de la sociedad cubana, la emigración, la escasez, la falta de insumos, los equipos que también se rompen, la falta de giras internacionales como consecuencia de estar aún recuperándonos de la pandemia, y los cambios económicos y generacionales que están ocurriendo.

“Polo fue un hombre de su tiempo. Cantó lo que vivió. Nunca le dio la espalda a las causas a que fue convocado. Todos recuerdan su hermosísima canción Volveré, a partir del poema de Antonio Guerrero.

“Recordamos aquello de ‘siempre voy a regresar’. Era un tipo así, con ese compromiso. Y nosotros no somos ajenos a eso: venimos del pueblo y al pueblo vamos.

“Nuestro trabajo es fiel a la conciencia de saber de dónde salimos y hacia quién trabajamos. Por supuesto, la economía no está ajena a esa ecuación; hay que vivir también, y el dinero hace falta a todos, pero no puede ser lo esencial.

“Lo fundamental ha de ser que nuestro trabajo y nuestra obra acompañe a la gente y le aporte un poquito de felicidad, ni siquiera a todos, a quienes les guste lo que hacemos. Igual que Polo y la mayoría de los creadores, los de ahora y los del mañana”.

Creo en la existencia de una sociedad más justa, más solidaria, más democrática, más socialista. Foto: Otoniel Márquez

El de Buena Fe es un mensaje honesto, sobre todo en estos tiempos de definiciones. Pero entre algunos de sus fans y de sus odiadores ha emergido un criterio común de que el odio actual los ha llevado a radicalizarse.

“Nosotros siempre hemos sido los mismos. Hemos criticado lo criticable, lo que está muy mal o creemos que es necesario superar. También hemos tenido en las canciones un discurso de pertenencia, de participación y de militancia en la sociedad cubana.

“¿Qué sucede? Cuando poníamos esas cosas en los versos, alguno lo vería como un resguardo, una manera subrepticia de decir las otras cosas duras que queríamos cantar.

“Lo veían como duro. Para mí era solo lo honesto: hablar sin hipocresía, como decía Martí. Es la voz del intelectual, de quien tiene un micrófono en la mano.

“Desde luego, no todo está mal; hay muchas cosas que vale la pena salvar, insistir. Soy de los que creen en la existencia de una sociedad más equitativa, más justa, más solidaria, más democrática, más socialista.

“El arte es polisémico. Respeto el derecho de tener ese criterio a quien lo vio de esa manera, pero nos está midiendo con una vara moral propia.

“Yo tengo mi propia brújula ética. Sé lo que he dicho y lo que voy a decir mañana. No hay una canción ni un pasaje de mi vida que me abochorne o me haga decir que antes pensaba de otro modo.

“Respeto a quien cambie de opinión; mas, si de algo me precio es que, desde que salimos Yoel y yo de Guantánamo, hemos sido los mismos, bajo el riesgo de ser lo que somos. Hubo un momento en que éramos sospechosos para algunos, gente que nos temía por decir cosas que estaban mal y ellos eran los responsables.

“Yo vivo muy contento de que nuestro paso por la vida se parezca al tiempo que nos tocó vivir. Ahora parece que somos confiables. Tampoco le recomiendo a nadie creer que por eso vamos a callar lo que pensamos está mal. Ya lo decíamos en una canción, no hay mejor guarida que la luz que quema: que nos busquen allí”.

Persisto en los contextos, porque la obra de ustedes no solo es hermosa sino también rezuma compromiso. Justo cuando quieren imponernos la desideologización, el irrespeto a los símbolos y el desarraigo, ¿qué opinión le merece el hecho de que tantos cubanos hayamos hecho nuestros, cual himnos o símbolos, canciones de Buena Fe como Valientes y La fuerza de un país?

“Estamos en medio de una verdadera guerra cultural que toma como plataforma el propio cambio cultural de la humanidad, impactado por el desarrollo de la informática y las telecomunicaciones.

“Así como la llegada de la imprenta resultó un poderoso cambio cultural en su época, hoy Internet y estas maneras nuevas en que nos relacionamos los seres humanos, conducen a cambios hasta en las concepciones éticas.

“El enemigo histórico de la nación cubana, que son las apetencias imperiales del Norte, pudiendo ser un buen vecino, ser solidario y ganarse el favor y el cariño de los demás, ha decidido recurrir a la posición de la arrogancia y la ley del garrote. Y, por supuesto, ve en este cambio tecnológico una oportunidad de lograr sus objetivos.

“Desgraciadamente, aún estamos aprendiendo cómo funciona este nuevo escenario, donde muchas de las plataformas pasan por servidores que no son cubanos. Como otros países del Tercer Mundo, no tenemos la soberanía tecnológica para enfrentar esta situación. Y eso le da ventaja al enemigo en la búsqueda de sus propósitos de dominación.

“Uno de los documentos sobre la guerra cultural proclama la estrategia de hacer sentir al otro que no vale nada y echar su autoestima por el piso, promover que la vulgarización tiene swing y la traición tiene premio. Se trata de que el comportamiento del otro sea lo contrario a cuanto quisieras para tus conciudadanos, y entonces poder someterlos.

“Es lo que estamos viviendo. Pero a mí no me preocupa tanto el diagnóstico de cuanto hace el enemigo, sino nuestra propia evaluación del asunto y cómo nos articulamos para enfrentarlo. Todavía hay mucho que hacer.

“A mi juicio, tenemos estructuras muy lentas; quizás se han puesto viejas, y debemos dinamizar este proceso. En una realidad que cambia tan rápido, en un ataque tan veloz, hay cosas que son para ayer y no para mañana.

“Veo con muy buenos ojos que algunas canciones nuestras o de otros creadores se hayan vuelto un canto de muchos para homenajear a gente valiosa y trabajadora.

“En la sociedad cubana contemporánea quedan muchos yacimientos de amor, de solidaridad, del ideario martiano, de lo inculcado por lo mejor del pensamiento revolucionario de los últimos años, de Fidel, el Che, Armando Hart, Carlos Rafael Rodríguez e intelectuales de alta valía como Titón, Silvio Rodríguez, Fernández Retamar…

“Pero no basta: hay que continuar trabajando con esos yacimientos, revitalizar lo mejor del pensamiento cubano, sobre todo alistarlo para el tipo de guerra que se nos hace, y eso no puede seguir esperando.

“Todo lo que sirva para el objetivo de la desmovilización, de la desunión, de que vivamos cada día detrás de polémicas banales y pasajeras; todo cuanto apunte a la exaltación y al enfado perpetuo, le conviene al enemigo.

“Lo terrible es que no hayamos sido capaces de generar una ofensiva desde el amor, desde las buenas prácticas, desde la muchísima gente que en este país hace cosas extraordinarias.

“Si no lo visibilizamos, nos ganará la espectacularización de la desgracia, lo que hoy abunda en las redes sociales, mediante plataformas movidas por dinero, por algoritmos e incluso por estrategias que ni siquiera conocemos bien, pero tienen impacto en la sociedad.

“Por eso no voy a parar de decir que no hacemos nada abriendo emisoras y modernizando periódicos, si la línea editorial y la manera de hacer las cosas sigue siendo la misma y obedece a una época que ya se fue. Si de verdad somos revolucionarios, la Revolución se defiende haciéndola todos los días, conforme a la sociedad que tenemos, no a la que nos gustaría tener”.


 

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