Por: Arleen Rodríguez Derivet, Roberto Chile
Este es un close up de Cuba. Una aproximación a su gente, materialmente pobre, espiritualmente rica. Una nación donde todos parecen ser de una sola familia. Y lo son: parientes por parte del sacrificio de una cotidianidad desafiante, que los ha obligado a inventarse el día siguiente durante más de medio siglo.
Dos terceras partes nacieron bajo el bloqueo y han crecido entre carencias de casi todo: desde la luz al transporte, desde las tendencias de la moda, hasta la conexión a internet. Lo que nunca les ha faltado son escuelas y hospitales sin precio. Y sensibilidad y conocimientos que comparten con el resto de la Humanidad en lugares a donde otros exportan armas y miedo.
Si a un niño norteamericano de clase media le pusieran estas imágenes delante, seguramente diría que no pertenecen a esta época. Los viejos autos, las paredes despintadas, el esfuerzo visible que saca antes de tiempo las arrugas…todo pertenece a un mundo difícilmente imaginable desde las mullidas comodidades de la sociedad a la que ellos pertenecen.
Habrá que contarle que la pobreza que ve, la impusieron, a golpe de prohibiciones y castigos, gobernantes y legisladores de su país. Y que es el precio que ha pagado la Isla vecina por insistir en ser libre, soberana, independiente.
Pero tendrán que explicarle también por qué, a pesar de esa pobreza, hay luz y dignidad en las miradas de niños y viejos. Por qué hay risas y sueños empujando la resistencia y robándose la admiración de los fotógrafos que los han traído hasta las Naciones Unidas para que el mundo los vea.
Roberto Chile (cubano) y Roberto Fumagalli (italiano) llevan décadas mirando y admirando a Cuba. El primero, desde las entrañas mismas de la nación a la que pertenece y en la que eligió vivir, aceptando con gusto el precio. El segundo, desde la solidaridad que conquista a todo el que se acerca a la resistencia cubana. Los dos, sensibles cazadores de la luz y el gesto, enamorados del alma de Cuba que ahora nos muestran desbordándose por los ojos de su gente.
Porque este es un pueblo bloqueado, pero también ha sido siempre un pueblo imaginativo y tenaz. Para cada cerco encontró una puerta, para cada carencia un invento. Hoy es una leyenda mundial su resistencia. Mañana habrá que levantarle un monumento. Más grande mientras más dure el bloqueo.
Fuente:Cubadebate
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