Quisiera poder decir en estas palabras todas las cosas que
ahora mismo pasan por mi pensamiento, sé que es imposible expresar todo,
relatar la misión es tan difícil como ella misma.
Recuerdo desde que estábamos en Cuba los momentos de
tensión, nadie sabía a que se iba a enfrentar, lo que conocíamos del Ébola era
sólo por la literatura y alguna información del INFOMED, poco a poco fuimos
palpando la realidad hasta que llegamos.
Mi primera fuerte impresión, fue la caída de una muchacha de
apenas 18 años , desplomada en el medio de una acera y su familiar (su hermana,
creo) llorando de impotencia por no poder socorrerla, pues otro muchacho la
aguantaba y le decía en Inglés, “no la toques, no la toques!!, mira, mira, está
respirando”.
Ese día nos dirigimos a un centro de entrenamiento”,
conocido como Hospital de la Policía”, ahí habían casos con la enfermedad, por
supuesto. Fue el primer contacto con pacientes enfermos.
Luego de un tiempo un pequeño grupo de 40 hombres fuimos
trasladados al Distrito de Port Loko, donde la epidemia azotaba con fuerza, era
el lugar de nuestro destino hasta el fin de la misión.
Llegamos a un pequeño campamento muy parecido a lo que se
conoce en Cuba como “escuela de campo”, aunque contábamos con aire
acondicionado por doce horas, que era la diferencia. Ocupamos las habitaciones
por afinidad, en parejas, otro avileño y yo albergamos juntos en la cabaña
número 11.Luego de explorar un poco el terreno, hacer un poco de cuentos,
chistes a los que estamos acostumbrados los cubanos, nos fuimos a dormir.
Al día siguiente visitamos un gran río, llamado Rio del
Diablo, al parecer alguien vio al Diablo por ahí y no lo dudo, pues ¿hay algo
más parecido al infierno que un país que estuvo en guerra civil por 16 años?, y
luego, como si no bastara, una enfermedad de las más terribles del mundo.
En aquel lugar pudimos ver a lo largo del camino algunas de
las costumbres de los nacionales, por ejemplo, las largas caminatas recorridas
por las mujeres, con grandes troncos en la cabeza y el hacha en una de sus
manos. Si, aquí la mujer hace el trabajo duro y los hombres a veces la acompaña
al lado como para darle ánimo.
En pocos días fuimos al centro donde íbamos a trabajar ,un
hospital de campaña llamado Maforqui, nos presentaron con un grupo de personal
americano de una Organización no Gubernamental de reconocido prestigio
internacional, Partner in Healh. Realmente nos recibieron con mucho agrado.
Ese día fue protocolar, realmente “la candela” era al día
siguiente. Yo pertenecí a un grupo de trabajo de 8 personas, amigos a los
cuales les agradezco mucho, pues nos convertimos en una familia: Norge, Chino,
Migue, Gazpacho”, Papito, Jorkys y Robe.
Al día siguiente entramos de tres en tres, las cosas que
vimos ¿para qué contarlas?. Los pacientes no se acostumbraban a las camas y los
encontrábamos en el piso , algunos nos temían, pues no tenían ni un poquito de
fe en el “cosmonauta” que tenían delante, pero poco a poco hicimos lo
necesario, no era fácil, teníamos que lograrlo a veces hasta con gestos,
payasadas, pues ellos no hablaban inglés, solo muy pocos, la mayoría habla
Krio.
La enfermedad es terrible, la mortalidad cuando llegamos
estaba aproximadamente en un 70 por ciento, pero gracias al trabajo conmutado
de nacionales, estadounidense y el nuestro (todos los que entraron al área
roja), se pudo reducir casi a un 30 por ciento.
En el frente de hospital creció un árbol de mango que le
llaman Árbol de la vida, pues cada paciente que sale de alta amarra una pequeña
tira, como símbolo de esperanza para los sierraleoneses, ya el árbol está lleno
de esas tiras y nos llenan de orgullo a todos, porque vinimos con un objetivo y
lo cumplimos, frenar la epidemia. Es cierto que costó, incluso dos hermanos
perdieron la vida a causa de Paludismo Cerebral (Malaria), algo que afectó a todos.
Quería terminar este pequeño relato agradeciendo de corazón
a todos los amigos que durante estos 7 meses me han dado apoyo, a través de sus
correos en las redes sociales, con sus comentarios, con su cariño, a las
personas lindas de Ciego de Ávila que se que me esperan y, por su puesto a mi
Familia, lo más lindo y grande que tengo.
Doctor Leandro Castellanos Vivancos
(Ciego de Ávila)
Fuente:Cubadebate
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