A las pocas semanas de haber llegado a Sierra Leona como miembro de la Brigada Médica Cubana “Henry Reeve” -desplegada junto a otras en Liberia y Guinea Conakry para combatir la enfermedad viral de Ébola-, recibimos el primer estipendio para alimentación y hospedaje. Poco después presté atención al diseño, dibujos, colores e imágenes de personalidades de esta nación africana que los billetes, que dan curso legal al dinero en el país, los Leones, muestran a todos.
Ya establecido en mi destino final, el distrito de Port
Loko, me llamó la atención el de 5000 Leones, pues su anverso muestra la imagen
frontal, de la cabeza y parte del torso semidesnudo, de un hombre negro de
rasgos armoniosos. El cuello poderoso, los hombros sólidos. El rostro
impresiona apacible, sereno; los ojos, ligeramente inclinados a la derecha,
hacia el hombro desnudo, miran a la distancia, quizás al futuro. La impresión
que uno percibe es de paz y sosiego, no hay beligerancia. Debajo de la imagen,
hacia el lado izquierdo, un pequeño grabado que identifica al personaje: Sengbe
Pieh, 1813-1879.
¿Quién fue Sengbe Pieh?
Una vez más el señor Wilson, un anciano patriarca que tiene
una pequeña venduta en el área semirural donde está asentado nuestro alojamiento,
me dio la primera señal. Ya él había dado muestras de tener un buen saber
cuando me contó del rio Bankasoka, “El rio del diablo”. Enseguida contestó la
pregunta: Sengbe Pieh fue esclavo, vendido en América, pero pudo escapar y
regresó a Sierra Leona. Interesante historia me dije. Acordamos que en pocos
días me tendría un libro que contaba ese pasaje.
Me allegó un libro escolar de instrucción básica de nivel
primario, con el atributo de su uso por los niños en la biblioteca de su
escuela: manoseado. La información que brinda sobre nuestro personaje histórico
es elemental, así que otra gestión, esta vez en el Departamento Distrital de
Educación en Port Loko, me permitió -gracias a la cortesía de su director-,
obtener el texto Educación Cívica para estudiantes de nivel preuniversitario y
universitario.
Aquí la información es más completa. Ya tenía dos fuentes
oficiales de consulta; no obstante deseaba ampliarlas por lo que fue obligado
recurrir a las tecnologías de la información y la comunicación en esta cada vez
más moderna época: hurgué en Wikipedia y Google, que ofrecen información
abundante y prolija.
Ya con todos los elementos, que me permitieron entender
mejor los hechos ocurridos justamente hace 176 años, hacer precisiones, cotejar
eventos y apreciar la participación de los diferentes personajes en los mismos,
pude hacer un resumen de la historia por medio de este relato que presento a
los amigos lectores.
La odisea de Sengbe Pieh es apasionante y nos lleva a la
admiración este acontecimiento de lucha por la libertad y la emancipación de la
esclavitud. En la misma hay un ciclo cerrado de 3 eslabones : Sierra
Leona-Cuba-Estados Unidos-Sierra Leona.
Nació en la parte sureste de Sierra Leona, emporio -lo es
actualmente- de la etnia Mende. La fecha exacta no está precisada, pero se
estima fue a principios de 1813. Campesino, dedicado al cultivo del arroz, era
casado y tenía tres hijos. Capturado por nativos junto a otros compatriotas en
1839, posiblemente a inicios de la primavera, estos lo venden a tratantes de
esclavos portugueses, que ejecutan el traslado, en viaje trasatlántico en el
barco negrero Tocara, hasta Cuba en el Nuevo Mundo. Ese de Cristóbal Colón y
Américo Vespucio que ya cargaba con la ignominia de la esclavitud por muchos
siglos. El próximo destino fue el mercado de esclavos de La Habana, donde los
esperaba, como mera mercancía, la subasta pública.
El comprador intermedio, no llegó a haber uno definitivo, el
tratante de esclavos español José Ruiz, los embarca juntos a él y Pedro Montez
(no se dice quién es pero indudablemente compinche del primero en el lucrativo
negocio) en la goleta La Amistad rumbo a Puerto Príncipe (Camagüey) para ser
vendidos de nuevo a los hacendados azucareros de esa región cubana.Lo venden
sus compatriotas, lo venden los portugueses y lo venden los españoles.
Felizmente, por la acción de Sengbe Pieh, un hacendado azucarero, posiblemente
criollo, no los compró.
La goleta La Amistad viaja hacia el destino ya dicho, sin
poder precisar si la ruta de cabotaje se realizó por la costa norte o sur de
nuestro archipiélago, sin saber tampoco si con el propósito de descargar la
macabra carga en Nuevitas o en Santa Cruz del Sur, pero lo que sí se sabe es
que en las aguas cubanas, cerca de la tierra de nuestro país, Sengbe Pieh
inició, al tercer día de travesía, la revuelta (los historiadores la sitúan el
día 30 de junio de 1839). Ha logrado quitarse las cadenas y libera a sus
compatriotas. Encuentran entre la carga “cuchillos de cortar cana”. Es el
machete, herramienta campesina, que será arma imprescindible, y símbolo
irredento, en las luchas de liberación contra el coloniaje español y la
esclavitud. Dan muerte al capitán de la nave y a su ayudante, y dejan vivo a
Ruiz y Montez, pidiéndoles que conduzca el barco hasta Sierra Leona.
Esta historia se me fue haciendo fascinante pues en la misma
las palabras Cuba, La Habana, Camagüey/Puerto Príncipe, machete, apellidos
españoles, y hacendados cubanos, se
mezclaban con las de Sierra Leona y Estados Unidos. Al cabo de muchos años, en
su país natal, estamos sierraleoneses, estadounidenses y cubanos -impulsados
nosotros por una filosofía y política del Estado de ayudar a otros pueblos- ,
combatiendo juntos la epidemia más terrible del siglo XXI: la enfermedad viral
de Ébola.
Luego las versiones de cómo llegaron a Estados Unidos son
contradictorias. Una dice que Ruiz los engañó y otra que una tormenta arrastró
la nave hacia el norte, pero en lo que todos son coincidentes es que un buque
de la armada de esa nación, el guardacostas Washington, los capturó frente a
las costas de Long Island en Nueva York. Fueron acusados de asesinato y
piratería y llevados a New Haven en Connecticut. Ahí tuvieron lugar los juicios
de circuito y distrito, que fallaron a favor de Sengbe Pieh y sus compañeros.La
fiscalía se opuso por lo que el caso se llevó al Tribunal Supremo de los
Estados Unido, que dictó finalmente sentencia a favor de ellos (hubo gran
interés del presidente de turno, Martin Van Buren, para no concederles la
libertad, pues en plena campaña electoral los esclavistas del Sur lo
presionaban para que actuara a su favor).
El Comité Amistad, conformado por grupos abolicionistas y
religiosos, apoyado por notables abogados, y en el último esfuerzo por el
expresidente John Quincy Adams, ganó ese contencioso. La defensa probó que
Sengbe Pieh y los suyos no eran nacidos en Cuba y sí en Sierra Leona y al
amparo de los tratados internacionales vigentes, que prohibían la trata, el
juez dio su veredicto.
En Estados Unidos le dieron a nuestro héroe sierraleonés el
nombre de Joseph Cinqué, pero prefiero siempre referirme a él como Sengbe Pieh,
el nombre que le dieron sus ancestros africanos. Se hizo famoso y se convirtió
en estandarte de la lucha contra la esclavitud en esa nación, donde hoy sigue
siendo recordado por su coraje contra esa vergüenza de la humanidad. Junto con
sus compañeros y un grupo de misioneros regresó en 1842 a Sierra Leona donde es
considerado uno de sus más famosos ciudadanos que haya vivido en cualquier
tiempo. Murió a los 66 años.
Imposible contarlo todo, pero recomiendo a los lectores de
esta historia, que he vivido de cerca más de siglo y medio después, que vean la
película “Amistad” de Steven Spielberg. En la misma la lírica cinematográfica
de ese genio del Séptimo Arte, nos lleva, por más de dos horas, entre la
realidad y la ficción, a vivir parte de aquellos trágicos momentos.
Visto este episodio de la esclavitud, que se inició en la
tierra de este héroe y paradigma africano, no puedo sustraerme a dejar de
recordar la Puerta del no Regreso, en el Castillo de Elmina en Ghana, pues el
que la traspasaba no retornaba a sus raíces. Sengbe Pieh pudo regresar, pero
cientos, miles y millones, no. Y esto que voy a decir a continuación es
humanidad: Una vez más por ellos hemos venido a África, en una nueva misión,
colaboradores de la Brigada Médica Cubana que lleva el nombre de Henry Reeve,
joven estadounidense que murió combatiendo por la independencia de Cuba en el
siglo XIX, para mantener vivo el pensamiento consecuente de Fidel, que es un
humanista, y lo cito: “Ser internacionalistas es saldar nuestra propia deuda
con la humanidad”. Se repite esta última palabra en la narrativa final, pero es
que esta historia es sobre eso.
Dr. Felipe Delgado Bustillo
Port Loko, Sierra Leona
7 de marzo de 2015
Fuente:Cubadebate
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