Confieso que de Víctor siempre me impresiona su modestia y
tenacidad; el afán por estudiar e
investigar temas históricos, sociales y
culturales, así como su rechazo al
protagonismo.
Creo sinceramente que le gusta pasar inadvertido y no es por
temor escénico. Claro que no, pues sería
imposible cuantificar las horas, días, años que la voz de esta excelencia del
periodismo hechiza a cientos de oyentes a través de los micrófonos de emisoras
como Radio Progreso, Radio Rebelde, y otras más.
La madre quería que fuera maestro y el padre, electricista e
incluso ingeniero, allá en su querida y natal Cienfuegos, donde nació en 1945 y estudió hasta graduarse de técnico
electricista. No obstante, la vocación
se impuso y desde la adolescencia se haya atrapado de manera vehemente por el ejercicio
del periodismo y la literatura. Así lo cuenta:
-Apenas tenía 16 años de edad cuando comencé a colaborar con
emisoras de Cienfuegos, en la conducción de programas de la entonces Asociación
de Jóvenes Rebeldes, después Unión de Jóvenes Comunistas. Me había picado el
bichito de la radio y ya sabes que eso es como un virus fantástico que tienes
inoculado para siempre en vísceras, poros, huesos y alma. Y, tú lo sabes por
experiencia propia.
¿Qué significado concedes al periodismo y a la literatura?
-El periodismo es
para mí y sin lugar a dudas, una
profesión fascinante aun cuando vivo bajo el estrés, abocado a veces al
infarto. Esta profesión se ejerce, por lo general, con riesgos diversos e
incluso hasta de vida, en dependencia de lo que estés cubriendo, además
conspira contra la calma a la hora de redactar una noticia que exige
inmediatez. Tanto en radio como en la
televisión, los periodistas trabajan apremiados por el tiempo exacto del
espacio que por ejemplo: exige un
noticiero y ello conlleva estrés
y emoción. Son estos dos los fundamentales aderezos del trabajo reporteril.
No siempre has trabajado en la radio y quisiera que me hablaras de tu paso por otras
redacciones y de cuál fue el hilo conductor que te llevo a la producción
literaria, con más de 16 libros publicados, mientras tres más esperan salir del
tintero ¿cuándo te picó ese otro
bichito?
-El periodismo me abrió el camino hacia la literatura, pero
eso fue mucho después, verás: llego a La Habana en 1963 y dos años después
comienzo a colaborar con el Departamento
de Propaganda del Comité Nacional de la UJC y doy mi contribución en la elaboración,
especialmente, de la revista Constructores.
Cuando uno es muy joven, te ayuda la osadía, por eso al mismo tiempo hacía informaciones y
comentarios que me publicaban varias emisoras.
Por aquella época aparecían trabajos tuyos en P’lante, lo
que me causa curiosidad, porque das la impresión de estar siempre “enganchado” con una investigación o
tras la caza de la información o comentario complejo ¿cómo fue el tránsito por
el semanario humorista y por qué no firmabas Víctor Pérez Galdós?
-Nuestra idiosincrasia
es ser alegre y dado al choteo hasta en los momentos más difíciles;
recuerdo a milicianos que participaron en movilizaciones y llevaban consigo
guitarras y otros instrumentos, pues yo no soy ajeno a la alegría y humor del cubano, tan utilizados hasta en los momentos de mayor
tensión. Y, cierto, publiqué cosillas en P’lante, donde el director indicó que
no utilizara como seudónimo el apellido del destacado escritor español.
Él
desconocía que mi primer apellido se correspondía con los de ese notable
escritor, es decir el de Benito Pérez Galdós.
Así pues le aclaré que no se trataba de un seudónimo, no obstante
inicialmente identifiqué mis trabajos como Victorf (se fue del aire el Victorf
(en correspondencia con mis nombres Víctor Francisco) y después los firmé como Víctor Pergal. Tiempo después me nombraron coordinador de un grupo de
jóvenes escritores y caricaturistas del suplemento humorístico de P´lante. Eso fue para mí otra formidable escuela de
periodismo.
¿Estabas conforme con la enseñanza de la práctica diaria y
la universidad de la calle?
-Angelita, somos colegas desde hace muchos años y sabes que
quien se respete en esta profesión es como el médico, jamás deja de estudiar. e
indagar. De hacer lo contrario, auguro el fracaso. Por tanto matriculé en la
Escuela de Periodismo de la Facultad de Humanidades, en la Universidad de La
Habana en 1968, donde tuvimos profesores que mucho nos aportaron porque
llevaban tiempo en la radio, la prensa escrita y la televisión.
Me gradué en 1972 y desde ese año hasta hoy, frisando la
edad 70, nunca he dejado de leer cuanto libro considero fuente para enriquecer
o ampliar el conocimiento, ni he dejado de estar interesado e informado de lo
que sucede en Cuba o en el mundo.
Te diré que disfruto el programa Conversando de Radio Taíno,
en especial por tu conducción coloquial y la pizca que le añades de la
sabiduría que atesoras sobre el acontecer histórico, social y cultural de
Cuba. Pero, volamos a los inicios ¿Cuál
fue la primera emisora nacional que te entregó el micrófono?
-Un domingo a principios
de 1966 visité Radio Progreso y al llegar a la recepción dije: traigo
una información sobre una actividad relacionada con la música que había
participado. Mi intención era dejar la
nota y qué se la hiciera llegar al conductor de la Discoteca Dominical de esa
emisora que estaba en ese momento en el aire.
El portero que me atendió, Julián, una persona muy atenta,
se comunicó con la cabina donde estaba Eduardo Rosillo. Para mi sorpresa, fui
de inmediato atendido por esa imprescindible figura de la historia de la radio,
quien dentro de la cabina me hizo sentar a su lado. Entre canciones y presentaciones, Rosillo
leyó la información que había llevado.
Al cabo de unos minutos, me volvió a preguntar mi nombre y de pronto
cuando se acabó la canción que se estaba difundiendo me presentó a los oyentes
señalando mi nombre y diciendo que era un joven colaborador que iba a hacer
referencia una información importante.
Así fue cómo hablé por primera vez en una emisora nacional
de nuestro país. A partir de aquel
inolvidable momento, casi todos los domingos,
invitado por Rosillo, participaba en aquel programa que duraba 5 horas
en vivo. No siempre hablaba, aunque sí lo ayudaba en lo que estuviera a mi
alcancePor supuesto qué suerte para un joven contar en los inicios de la
profesión con un maestro como Rosillo.
-Así es, él me enseñó que primero que cualquier otro
requisito estaba el respeto al oyente, ofreciendo no sólo lo que quiere
escuchar, sino también aportando una gota más del saber sobre el tema
solicitado.
También de él aprendí que había que dar mucha importancia a
la forma de decir, con amenidad y educación, así como establecer la confianza
entre quien habla y quien escucha, sin vulgaridad, y nunca olvidar la
intencionalidad donde realmente es necesario usarla. Todas estas exigencias
contribuyen a la credibilidad del locutor, periodista, comentarista, conductor,
y de todo el equipo que interviene en un programa. Aprendí la gran
responsabilidad de participaren un programa en vivo.
Trabajaste años en la AIN ¿qué significó para tu formación
en el periodismo?
-Otra extraordinaria escuela. Siento orgullo por haber sido
uno de los fundadores en 1974 de esa agencia y
de integrar su equipo de
dirección como subdirector. Laboré en la
Agencia de Información Nacional, AIN, hasta 1987, y en los años de la década
del ochenta continué haciendo guiones
para la revista informativa de Radio Liberación y escribía en otros medios,
además, para programas históricos
¿Por qué dejastes la AIN?
- Pues fui designado Subdirector de Información de Radio
Progreso, al tiempo que investigaba con miras a la publicación de algún libro,
o de las series dramatizadas.
Para la televisión y otros medios escribí series de carácter
político, ideológico y cultural. Entre
ellas, las dedicadas a Ernesto Che Guevara, Camilo Cienfuegos, La Habana su
transitar por el tiempo, Dora Alonso, Alejo Carpentier, José Lezama Lima y el
aniversario 50 de la televisión.
En 1988, comencé a
trabajar en Radio Habana Cuba atendiendo la Revista de la Noche, sin dejar la
actividad informativa, y en estos y otros trajines estuve hasta la jubilación
en el 2007.
Tu jubilación hay que
ponerla entrecomillas, porque sigues trabajando con la intensidad y pasión de
los años mozos en varias emisoras, la televisión y
sitios de internet, como en las web de Radio Rebelde y de Habana Radio.
-Si me mantengo activo. También he escrito series dramatizas
para Radio Progreso de temas de carácter político-ideológico y cultural. Y sigo
escribiendo libros.
Precisamente algunos de tus libros han tenido más de una
reimpresión como Visión de Cuba, Un hombre que actúa como piensa (también
publicado en Nicaragua), Joseito Fernández y la historia de la Guajira
Guantanamera (Reimpreso y ampliado en el 2011)
A lo anterior añadimos sus múltiples coberturas de eventos
nacionales e internacionales como el vuelo conjunto del cosmonauta cubano
Arnaldo Tamayo. Además, ha integrado
numerosos jurados en certámenes convocados
por la radio y televisión, así como del Premio Nacional José Martí,
auspiciado por la Unión de Periodistas de Cuba.
Por su meritoria labor Víctor Francisco Pérez-Galdós Ortiz
ostenta diplomas, distinciones, medallas y premios. Entre estos lauros se encuentran: Premio
Nacional de Periodismo “Juan Gualberto Gómez”, Premio Nacional de la Radio,
Sello de laureado del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura y
los Reconocimientos Honrar honra, (en el
2009) y la Utilidad de la virtud (en este 2015), otorgados por la Sociedad Cultural “José
Martí”. Al respecto opina:
-Agradezco mucho los
premios y distinciones. Ahora bien cada uno de ellos constituye en el orden
personal un serio compromiso en cuanto a la calidad del trabajo; es decir uno
no se puede dormir en los laureles porque ya han reconocido la experiencia y
larga trayectoria sostenida con esmero y pasión. Si te soy sincero el mayor reconocimiento y el que más me
emociona, lo recibo de los oyentes, la mayoría no me conoce desde el punto de
vista físico, y en todo caso me identifican por mi voz o por el nombre.
Una pregunta indiscreta ¿cuántas horas duermes?
-Unas seis horas o siete horas, si no hay apremio por algún trabajo que
requiera de la inmediatez o permanecer en la emisora o TV. De lo contrario, puedo
hasta dormir unas 10 horas diarias.
Pero hay que buscar el tiempo para evadir el estrés: disfruto de los
campeonatos de la pelota, comparto momentos agradables con mi familia, con
amigos y amigas, suelo participar en actividades culturales… en fin no todo
tiene que ser trabajo durante esta breve existencia humana, aunque de veras
cuando estoy haciendo algo que me gusta eso, para mí, no es trabajo porque lo
hago con mucho placer y dedicación.
Fuente.Cubadebate
No hay comentarios:
Publicar un comentario