Ignacio Ramonet va directo al grano: sostiene que “la prensa
escrita está en crisis” y señala que hay un cambio de era en este campo. El
director de Le Monde Diplomatique en español cree que hay un “meteorito de
Internet” que afecta a los medios tradicionales, esos dinosaurios que
atraviesan graves problemas para mantenerse.
Del mismo modo reflexiona acerca del rol de las redes y del
comportamiento político de los medios tradicionales con los gobiernos
progresistas de nuestra región. De visita la semana pasada en nuestro país
(Ecuador), dictó algunas charlas y sostuvo varios encuentros con políticos y
periodistas para conversar sobre los acontecimientos del mundo.
¿En América Latina hay medios de comunicación y gremios que
se han convertido en actores políticos incluso contradictores de los gobiernos
progresistas?
Esto tiene un tiempo. Evidentemente han sido los principales
opositores. En la experiencia que han vivido los países latinoamericanos donde
gobiernos progresistas han sido elegidos por los ciudadanos, con base en un
programa de reformas y transformaciones sociales muy importantes y no han sido
elegidos, sino que han sido reelegidos. Observamos que ningún programa de
transformación social en América Latina ha perdido una elección desde hace 15
años. Allí donde este tipo de reforma constructiva de izquierda, progresista,
ha llegado al poder, democráticamente se ha mantenido hasta hoy, aunque los
líderes han cambiado, como en Venezuela, Brasil, Paraguay…
Pero, ¿están los casos de Honduras y Paraguay?
Pero son golpes de Estado, no son los electores. En ningún
caso los electores han rechazado esta propuesta. El único caso, si quieres,
aunque no es pertinente, es el gobierno de Bachelet, cuando ella no podía
volver a presentarse, pero el primer gobierno de Bachelet no podíamos
calificarlo neoprogresista porque estaba gobernando con una alianza
socialdemócrata, democratacristiano, aun en ese caso, después de la
experiencia, Bachelet ha regresado con una coalición aún más ampliada con el
partido comunista. Los electores no la han rechazado y, por consiguiente, eso
ha significado la derrota de las fuerzas conservadoras tradicionales, que en
algunos países han desaparecido, como en el caso de Ecuador.
¿Quién ha sustituido en esos casos a las fuerzas conservadoras?
Los medios, porque el empresariado, el poder económico,
históricamente dominante en estos países, ha creído que con estos medios iba a
manipular, llevar a cabo la contraofensiva conservadora. Por eso esa lucha ha
sido tan importante y por ello muchos gobernantes han hecho de esa lucha una
confrontación central, como es en Venezuela, Ecuador, en donde Rafael Correa,
quizá de todos los presidentes de América Latina, es el que más ha tenido
conciencia de que esa lucha era fundamental; también en Argentina, en donde ha
habido un enfrentamiento importante contra el grupo Clarín, que domina el 80
por ciento de medios (prensa, radio y TV) de ese país. Estos medios se han
erigido en oposición oficial, cuando no es su función, pues su función es
informar, no ser partidos políticos.
Pero esa función tiene eco y prestigio en ciertos sectores y
al mismo tiempo cuentan con un gremio (la SIP) que quiere incidir hasta en las
mismas elecciones, como ocurrió en Brasil…
Claro, precisamente los amigos del Partido de los
Trabajadores (PT), gobernante, Lula (Da Silva) o Dilma (Rousseff) no
consagraron la importancia necesaria a crear un sistema público de comunicación
e información. Primero, porque nunca tuvieron mayorías claras, gobernaron con
los parlamentos que negociaban, no tuvieron las manos libres y los empresarios
que en Brasil disponen de grupos importantes, como el Grupo Globo, no les
permitieron. De hecho, no creo que tuvieran la voluntad, y así la hubieran
tenido, no creo que les habrían dejado desarrollar un grupo público de medios
como se ha hecho en otros países, como Ecuador, Venezuela y Argentina.
¿Hay un cambio en el terreno de los políticos para
constituirse en comunicadores políticos y asumir como parte de su estructura
formativa la comunicación?
Sí, el ejemplo lo tienes aquí. El presidente que más ha
integrado esa idea es Correa. Desde el punto de vista teórico y académico, es
alguien que ha estudiado la comunicación después de llegar a la Presidencia. Ha
sacado una serie de conclusiones sobre el poder mediático, su funcionamiento,
cómo se puede elaborar un contrapoder mediático y esto hoy en día es
indispensable, es un parámetro fundamental. Pero claro, también hay que ver que
eso evoluciona. Muchos dirigentes hacen un análisis de los medios, que es lo
que se podía hacer hace 10 o 15 años, pero hoy la reflexión debe integrar las
redes sociales, que son el principal actor en la movilización social. De hecho,
si quieres, la mayoría de estos gobiernos padece una ofensiva que ya no es
megamediática, sino micromediática.
¿Es aconsejable enfrentarse a la gente en redes como lo hace
el presidente Correa? ¿Eso es válido en el tema de la disputa política?
No sé si un presidente debe entrar ahí. Una cosa es hacer
una consideración general y otra poner en marcha igual que un gobierno o una
empresa, que tienen un departamento de comunicación, y hoy día los gobiernos y
empresas inteligentes tienen un departamento de respuesta rápida mediante el
uso de Twitter, Facebook, blogs, páginas bien elaboradas en la web. Ese es el
buen nivel de respuesta. Excepto que haya algo más importante. Yo no veo a un
Presidente establecer un diálogo crítico con un tuitero, o algo así.
Decía esto porque, en alguna medida, la derrota que ha
infligido Rafael Correa a ese sistema de comunicación tradicional se trasladó a
las redes, en las que ahora los ciudadanos son los que confrontan esa tensión
con el Presidente…
De igual manera que frente a los megamedios, los medios
públicos han desarrollado una política de financiación y desarrollo de
megamedios públicos, de igual manera hay que desarrollar una política en el
campo de la comunicación con respecto a los micromedios. Para eso hay que tener
una reflexión de cómo están funcionando.
¿Hasta dónde los actores políticos progresistas, de
izquierda, deben modificar sus comportamientos políticos en función de generar
una comunicación política para un mundo más polarizado en ese territorio?
La mayoría de los gobernantes hoy se ha preocupado de
desarrollar su comunicación, mediante Twitter, e informan personalmente, como
el presidente Maduro, que tiene un seguimiento de Twitter continuo. Obama tiene
47 millones de seguidores en Twitter, tiene mayor alcance cuando comunica por
Twitter antes que por la televisión, porque no hay ninguna televisión en EE.UU.
que tenga 47 millones de telespectadores. Hoy forma parte de la comunicación
elemental de un dirigente.
Y a pesar de ello, como ocurre en Venezuela, Maduro no logra
romper el desequilibrio sobre la realidad de ese país…
Porque allí sí hay una conspiración mediática internacional
y contra Venezuela siempre hubo una alianza de contrarios, porque la
característica de Venezuela es que acumuló los adversarios socialdemócratas y
los adversarios del conservadurismo tradicional. En particular hay un odio
socialdemócrata hacia Chávez, porque lideró la rebelión del 92 contra un
presidente socialdemócrata con mucha influencia en la Internacional Socialista,
Carlos Andrés Pérez. Eso creó mucha confusión en el seno de la izquierda
durante mucho tiempo, y entonces, mientras hubo esta confusión, los medios
edificaron una imagen primero de Chávez como dictador, autoritarista, cuando
era lo contrario, pero esa imagen se quedó y hoy día esa ofensiva sigue con
nuevas formas, porque a los medios internacionales se ha sumado la operación de
tipo de ‘revolución de colores’ con las redes sociales que también difunden
este mismo mensaje.
¿De qué manera la viralidad de la información no contrastada
de estas redes afecta a la democracia? ¿Qué puede hacer el ciudadano?
Estar bien informado siempre es muy difícil; si antes no fue
fácil, peor va a ser ahora; entonces el problema no ha cambiado. Lo que las
redes añaden ahora es más confusión y más ruido. Las redes no imponen una
versión dominante, aún no son el medio dominante. Son el perturbador dominante,
pero no son el medio dominante. Por el momento, los medios dominantes siguen
siendo los medios tradicionales. El problema de los medios tradicionales es que
económicamente no son viables, tienen los pies sobre unos cimientos frágiles,
pero siguen siendo dominantes.
En la generación de opinión pública…
Claro, siguen generando la matriz dominante.
¿Cuán mejor estamos comunicados ahora con la proliferación
de medios, fuentes, redes, etc.?
La característica de la información es que siempre es mala
información, siempre estar bien informado es un trabajo. Tú no puedes exigir de
manera pasiva que vas a recibir buena información. Eso es prácticamente
imposible. Yo digo en uno de mis libros: “Informarse cansa”, es un trabajo y,
si lo tomamos como tal, podemos informarnos, si no, no nos vamos a informar
bien. La información se ha vuelto muy compleja y, por consiguiente, las
críticas que se desarrollan obligan al sistema mediático a corregirse o a
adoptar una posición dogmática afirmada. Por ejemplo, hoy se desarrollan mucho
los medios partidarios que han admitido que no son objetivos, como la cadena
Fox, en EE.UU., que es un canal ultrarreaccionario, ultraconservador, que así
se asume y la gente lo ve porque así se reconoce.
Muchos catedráticos hablan de la telebasura, ¿es factible
hablar hoy de redes basura? ¿Cómo se puede recuperar la calidad de la
información en estas redes basura?
Hay telebasura y teleexcelente.
Entonces ¿ahora hay redes basura y redes excelentes…?
Así es. Si yo tengo una página de Facebook, puedo decir que
no es basura, evidentemente, pero hay bastante gente que tiene redes sociales o
blogs. Hoy en día hay blogs de una inmensa calidad. Recuerdo cuando ocurrió lo
de Fukushima; nadie sabía qué era y hubo una cobertura mediática que ignoraba
lo que era Fukushima y no sabía que era una central nuclear. Entonces los
medios empezaron a decir que no había peligro, que se podía seguir consumiendo
las legumbres, pero varios profesores de asuntos nucleares, en sus blogs,
demostraron científicamente lo que pasaba. Y eso, reproducido por algunos
periodistas que se dieron el trabajo de leerlos, tuvo una influencia muy
interesante. Los blogs o la información de las redes puede ser muy buena o muy
mala, pero eso forma parte de la vida.
¿Pero no ponen en riesgo la calidad de la información?
No, la mejoran, porque hoy día, por ejemplo, las redes
funcionan como un gran corrector. Si un medio dice una enorme mentira, las
redes lo van a corregir y van a difundir el error. Las redes han hecho las
principales revelaciones de este tiempo. No son los periódicos, no son los
medios los que han hecho las 2 grandes revelaciones de los últimos 5 años, como
son WikiLeaks y Edward Snowden, de cómo el superpoder imperial estadounidense
ocultaba información sobre los atropellos cometidos en Afganistán o en Irak.
Eso no lo hubiéramos sabido por los medios, lo supimos por las redes, por
WikiLeaks. Tampoco sabíamos que la NSA nos estaba vigilando; y no tanto a
nosotros, que no tenemos importancia, sino que estaba vigilando a nuestros
presidentes, a nuestras FF.AA., a nuestros servicios de inteligencia y a las
empresas de punta; y eso lo supimos gracias a WikiLeaks y Snowden. Hoy, las
redes son el complemento indispensable y, en sí, un medio de información.
Usted tiene un libro que se llama La explosión del
periodismo, ¿cómo está manifestándose esa explosión de redes sociales, blogs,
medios digitales, en el ejercicio real y práctico del periodismo? ¿No cree que
puede ocurrir, paradójicamente, una incomunicación por saturación?
Mi último libro de comunicación esencialmente trata de la
crisis de la prensa escrita. Es decir, cómo la prensa escrita está padeciendo
el impacto de Internet y de las nuevas tecnologías de la información. Parto de
una constatación: hoy en el mundo centenares de periódicos —que aún no hace
mucho tiempo dominaban la opinión pública— han desaparecido. Llamo a esto la
gran extinción, al igual como en ecología se habla de extinción de animales.
Como cuando hubo un meteorito que cayó en Yucatán y puso fin a la era jurásica
con la desaparición de los dinosaurios, de igual manera, el impacto de Internet
ha provocado una serie de consecuencias que hace que los ‘dinosaurios’, los
grandes grupos mediáticos de prensa, estén desapareciendo. Prácticamente hoy,
en el mundo desarrollado central, no hay un periódico de prensa escrita que no
tenga enormes dificultades.
¿Qué tipo de dificultades?
Que hayan reducido su paginación, si han sobrevivido, que
hayan reducido su plantilla, cesando a miles de trabajadores. En este momento,
en el mundo, hay decenas de miles de periodistas que han sido despedidos. Un
diario como El País, de España, despidió hace año y medio a 30% de su plantilla
de un solo golpe. La mayoría de los diarios están perdiendo dinero. Algunos
semanarios que hace algún tiempo temían una influencia radical en la sociedad
como en EE.UU, The Time, News Week, han desaparecido o se han vendido por un
euro. Estamos ante el fin de una era del periodismo.
¿Algunos autores estadounidenses llaman el inicio del
periodismo posindustrial?
La constatación es esta: donde antes había unos imperios
mediáticos, basados en particular en la influencia de la prensa escrita, hoy
día hay unos desiertos o unas ruinas y efectivamente porque la prensa escrita
aún pertenece al mundo industrial. Por ejemplo, aquí en los pasillos de este
diario he visto unas fotografías que son típicamente de la era industrial: con
unas rotativas, galpones, imprentas, una clase obrera vinculada directamente,
eso ya no existe; es decir eso desaparece en la era de lo inmaterial. Los
aspectos industrial y material de la prensa escrita ahora juegan contra ella,
en una era en donde lo inmaterial se impone. Partiendo de esa constatación, la
pregunta es: ¿qué es el periodismo hoy?, por una parte está esa interrogante,
pero por otro hay otro cuestionamiento fundamental: ¿qué es un periodista hoy?
¿Y qué es el periodismo hoy?
Al mismo tiempo que ocurre esa desaparición masiva, esa
extinción masiva de toda una especie de periodismo, al mismo tiempo se está
produciendo lo que podríamos llamar un cambio de era. Estamos viendo cómo surge
una nueva generación de periodistas porque ahora se plantea una situación
central: ¿qué es el periodismo? En la medida en que el periodista o el periodismo
ha perdido el monopolio de la información. En una sociedad hasta ahora, la
información la manejaban los periodistas.
¿Y ahora la información está manejada por los ciudadanos?
Ahora, la maneja todo el mundo y eso evidentemente es
—estructuralmente— un cambio enorme. A la vez eso es la realización de un sueño
de los que pensaron una democracia avanzada, en la medida que es una
democratización de la información teóricamente. Por qué me cuestiono: ¿qué es
la democratización de la información? Que todo ciudadano pueda producir su
información.
¿El prosumidor?
Sí, es decir el ‘prosumidor’ que es productor y consumidor.
No es solo consumidor, sino, también, productor. Él sabe producirla y eso crea
que hoy no se sepa qué es un periodista. Si todos somos periodistas, entonces
¿qué es ser un periodista? En dónde está la especificidad, quiero decir. Si tú
y yo, la gente de la calle es periodista, que tiene de particular un
periodista.
¿Perdió ese prestigio y esa autoridad que tenía?
Perdió la autoridad, el monopolio de la información y
también su rango social, el estatus social. Pero esto no quiere decir que todo
esto se perdió al mismo tiempo en todos los países. He analizado como la
televisión, 5 o 6 años después, está viviendo el mismo fenómeno; es decir, la
desaparición de las masas de audiencia. La televisión lo que hoy pierde es la
audiencia, la audiencia se le va. Ningún canal de televisión en el mundo tiene
hoy decenas de millones de telespectadores porque han desaparecido por la
multiplicidad de la oferta y de las posibilidades de comunicar o de ocio. Si te
pasas 3 o 4 horas con tus redes sociales, pues es obvio que no estás delante de
la televisión.
En esta crisis que usted menciona, de la prensa escrita
frente a la tecnología, ¿se puede hablar de comunicación al poner una
información en 160 caracteres cómo permiten las redes sociales como Twitter y
Facebook? ¿Es esto comunicación o mera información?
No, es comunicación. No sé si sea información, esa actividad
de “mosquito” perturba al funcionamiento de la información porque ahora en
Twitter se puede enviar de todo, se pueden enviar fotos y video. Twitter ya no
es los 140 caracteres, Twitter mismo ha evolucionado porque la tendencia
general hoy de las redes sociales es de abandonar los caracteres de la
escritura para ir a la imagen. Hay un cambio de la esfera Gutemberg a la esfera
icónica, imagen. Evidentemente no estamos aquí hablando de calidad, sino
sencillamente de masividad de la información, que crea varios problemas.
¿Qué tan bueno es que el ciudadano tenga el control de estos
medios?
El ciudadano tiene la ilusión de que tiene el control de
estos medios. El ciudadano lo que sabe hoy, cada vez más, es utilizar estos
dispositivos. Primero porque son fáciles de utilizar, segundo porque son
relativamente baratos y tercero porque estos dispositivos permiten tener una
centralidad que hasta ahora no tenía el ciudadano. Hasta ahora lo que
caracterizaba al ciudadano es su pasividad frente a los medios. Su única
función era recibir, salvo algunas variaciones en las radios en donde se puede
telefonear y dar su opinión, pero los medios centrales tenían una posición que
yo llamó del sol. Eran soles, el sol solo tiene planetas que giran a su
alrededor y envía sus rayos y lo que podemos hacer es padecer los rayos del
sol. Hoy no hay sol, desaparecen los soles y lo que hay son soles reducidos al
formato de un granito de polvo. Cada uno somos granitos de polvo. Pero si
tomamos otra metáfora y decimos que somos una abeja o una avispa, entonces,
cada avispa puede construir en un momento determinado un enjambre que puede
actuar unido, que es lo que ha sucedido con lo que llamamos las revoluciones de
los colores, la pirámide árabe, los indignados, etc. Esa pequeña posibilidad de
comunicar con mis 40, 60, 200 amigos, en el mismo momento, todos aquellos que
tienen 200 amigos, transmiten una información que, inmediatamente, de manera
viral, comunica a decenas de millones de personas, eso pone en marcha un efecto
palanca, que puede incluso tener el efecto de derrocar una dictadura como
ocurrió en Túnez. Pero también puede tener la debilidad o la flaqueza de ser
penetrado por un virus, que le hace hacer acciones al servicio de una
inteligencia que está manipulando a ese grupo como se hace en Venezuela.
¿Los medios tradicionales deben voltear a mirar a estas
nuevas plataformas?
Hoy, un medio debe tener diferentes plataformas. Debe tener
su plataforma on-line porque un periódico por definición sale una vez al día,
en 24 horas ocurren cantidad de cosas. Hoy el ritmo normal de la información ya
no es 24 horas, hoy el ritmo normal de la información es la instantaneidad, por
muchos defectos que tenga la instantaneidad y por más críticas, que por ejemplo
yo he generado para la instantaneidad. El periodista es el analista de un
período, pero hoy el período es el instante. Hoy hay instantaneistas y si no
hay instantaneistas hay que tener por lo menos una persona que siga al instante
la información y que complete el periódico que es más de análisis, que tiene un
ritmo más lento por definición. Además hay que tener sus propias redes sociales
(Twitter, Facebook) y por qué no plataformas audiovisuales. La característica
tecnológica permite que un medio sea todos los medios. Hoy los medios deben ser
multimedia. Ya no hay distinción tecnológica entre lo escrito, sonido e imagen.
No hay distinción, con la misma tecnología puedes difundir texto, imagen y
sonido.
Fuente:Cubaperiodista
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