El último adiós a Freddie Gray, el joven afroamericano que
murió el 19 de abril bajo custodia policial en Baltimore, Maryland, se
convirtió este lunes en un nuevo clamor contra los prejuicios y abusos de la
policía de Estados Unidos contra la población negra.
Baltimore, la ciudad que inspiró los poemas de Edgar Allan
Poe y la célebre serie “The Wire”, es una urbe dividida en dos: un núcleo
revitalizado que busca recuperar su antiguo papel como motor económico y un
cóctel combustible de pobreza y crimen que apenas necesitaba una chispa para
estallar.
Los graves disturbios del lunes en Baltimore, que resultaron
en 20 policías heridos y más de 200 arrestos, han devuelto a las portadas
periodísticas la imagen de una ciudad al borde del colapso que popularizó “The
Wire”, una crónica de la violencia, la corrupción y el auge de las drogas en
esa ciudad que se convirtió en serie de culto la década pasada.
En ese retrato televisivo cabe solo una parte de la compleja
realidad de Baltimore, una ciudad de 622.000 habitantes en el estado de
Maryland, noreste de EE.UU., que se ha convertido en escenario de los mayores
disturbios en el país desde los registrados en agosto pasado en Ferguson
(Misuri).
Aunque la muerte de un joven negro a manos de la policía fue
el detonante de los disturbios en ambas ciudades, “Baltimore no es Ferguson, y
sus principales problemas no son raciales”, tal y como recordó hoy Michael A.
Fletcher, un periodista que lleva más de tres décadas viviendo en esa ciudad,
en el diario “The Washington Post”.
En Baltimore, el 63% de la población es negra, como también
lo son la mitad de su fuerza policial y su alcaldesa, heredera de una larga
tradición de políticos y activistas de los derechos civiles afroamericanos en
la ciudad.
Pero la desigualdad en Baltimore es una de las más marcadas
de Estados Unidos, con un 23,8% de personas viviendo por debajo del umbral de
la pobreza entre el 2009 y el 2013, un índice muy superior a la media del
estado de Maryland, del 9,8 %, según la Oficina del Censo.
Esas bolsas de pobreza se concentran en los barrios del este
y el oeste de la ciudad, muchos de ellos vigilados durante años por cámaras
cuyos destellos azules servían a los residentes para identificar las calles que
se consideraban peligrosas, donde la falta de empleo arrastraba a muchos
jóvenes a la droga y el crimen.
Esa imagen contrasta con la de un puerto renovado, lleno de
restaurantes, oportunidades de ocio y viviendas de lujo, que las autoridades
locales presentan como escaparate de una ciudad que, por primera vez en más de
medio siglo, puede presumir de crecimiento demográfico y de nuevas inversiones
económicas.
Fundada en 1729, Baltimore fue, después de Nueva York, la
segunda ciudad del país en alcanzar los 100.000 habitantes, amparada en un
cotizado puerto y una pujante industria del acero, pero el declive de la
actividad manufacturera en Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial golpeó
especialmente duro en la localidad.
Baltimore ha perdido un tercio de su población desde 1950,
cuando su nutrida clase media empezó a emigrar en busca de empleos, y apenas
comenzó a recuperarla en el 2012, el primer año en más de medio siglo en que el
Censo estadounidense constató un crecimiento demográfico en la ciudad, con unos
1.100 habitantes nuevos.
La droga pronto se abrió paso entre los barrios más pobres
de la ciudad, que según el Gobierno federal tiene la mayor concentración de
adictos a la heroína del país, y comenzaron a multiplicarse los arrestos por
narcotráfico y posesión de estupefacientes entre la población negra.
El índice más alto de personas encarceladas en el estado de
Maryland se registra en el barrio donde vivía Freddie Gray, el joven negro que
murió a raíz de lesiones sufridas cuando estaba bajo custodia policial y cuyo caso
ha desatado los disturbios.
En ese barrio, el de Sandtown-Winchester, más de la mitad de
los hogares ingresan menos de 25.000 dólares al año, y más del 20% de la
población adulta está desempleada, según un informe oficial del Departamento de
Salud de Baltimore en el 2011.
La ciudad también se hizo famosa por su alta tasa de
homicidios, que en las décadas de 1980 y 1990 llegó a ser de unos 300 al año, y
que en los primeros cuatro meses de este año ha sumado 68, según un recuento
que lleva el diario local The Baltimore Sun.En ese entorno, la policía de
Baltimore capeó múltiples denuncias de corrupción, acusaciones de uso
injustificado de la fuerza letal y de propinar palizas a sospechosos.
Esas mismas impresiones han motivado las mayores protestas
en Baltimore desde 1968, cuando los disturbios generados tras el asesinato del
líder de los derechos civiles Martin Luther King provocaron también el
despliegue de la Guardia Nacional.
Pese a que las estadísticas siguen jugando en su contra, son
muchos los residentes que creen en las perspectivas de la urbe en la que Edgar
Allan Poe escribió su famoso poema “El cuervo” y que, durante casi toda la
década pasada, se atrevió a llevar el eslogan de “La mejor ciudad de Estados
Unidos”.
La jornada del lunes en Baltimore, que había comenzado de
forma pacífica, acabó derivando en fuertes disturbios por parte de un grupo de
violentos manifestantes, en su mayoría jóvenes.
Rozando la medianoche, buena parte de Baltimore comenzaba ya
a parecer una ciudad sitiada por la policía -más de 5.000 agentes han sido
desplegados- que se hacía fuerte en las calles y avenidas principales.Al caer
la noche, vehículos policiales patrullaban las calles, mientras que helicópteros
vigilaban desde el aire.
Aunque en algunos puntos de la ciudad continuaban los
disturbios y se registraban incendios aislados, en el centro histórico y
comercial los principales edificios estaban vallados y la presencia policial
era fuerte.
Según el portavoz de la policía de Baltimore, Eric
Kowalczyk, un grupo de “intolerables criminales”, predominantemente jóvenes,
comenzaron en horas de la tarde a atacar “sin provocación previa” a los
agentes, que sufrieron lesiones “de consideración”.
Se decretó un toque de queda a partir de la noche del martes
que durará una semana. La medida regirá entre las 10 de la noche y las 5 de la
mañana. Además, las escuelas permanecerán cerradas
Escuelas, oficinas y centros comerciales cerraron antes de
tiempo ante los rumores de que el funeral de Gray podía acabar en protestas
violentas. El equipo local de béisbol, los Baltimore Orioles, también decidió
posponer el partido contra los White Sox que se iba a celebrar en su estadio el
lunes.
Flanqueando el féretro blanco abierto donde Gray recibió el
último adiós no solo de familiares y amigos, sino también de miles de personas
que se acercaron hasta la iglesia baptista de Baltimore donde se celebró su
funeral, un mensaje luminoso se proyectaba en las paredes del templo: “Black
lives matter, all lives matter”, las vidas negras importan, todas las vidas
importan.
Este es el lema de un creciente movimiento nacional de
protesta ante la oleada de casos de brutalidad policial contra afroamericanos
que, aunque venía de antes, comenzó a copar las portadas de la prensa
estadounidense tras la muerte a tiros del adolescente negro desarmado Michael
Brown en Ferguson, Misuri, a manos de un agente blanco, el verano pasado.
Fuente:Cubadebate
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