Por: Iraida María Hernández Prado
Siempre me impresionó su voz dulce, pausada, firme. Con su afabilidad característica dirigía los debates, aconsejaba cuando era necesario y también señalaba, sin herir, los puntos débiles.
El periodismo, ese privilegio extraordinario, como refería una conocida colega, me dio el inmenso honor y el placer de conversar con ella en varias oportunidades, casi siempre aquí en esta provincia cubana de Ciego de Ávila.
Conversamos de temas relacionados con la Federación de Mujeres Cubanas, expresó su opinión sobre aciertos y desaciertos de la organización en el territorio avileño, recomendó cómo llegar mejor al universo femenino.
Dialogué con ella por última vez en mayo del 2002. Asistía en La Habana al V Encuentro Iberoamericano de Género y Comunicación y tuve la dicha de poder saludarla y compartir una breve charla con ella.
La muerte de Vilma Espín Guillois el 18 de junio del 2007 todavía me duele. Recuerdo la fila interminable de personas que le rindieron póstumo homenaje, la mayoría de las cuales no podían, ni querían, contener las lágrimas.
Cuentan quienes la conocieron mejor, de su dedicación a la Revolución y a la familia, de su amor por las flores, en especial aquellas más sencillas, de que siempre estaba con una sonrisa en los labios.
Recuerdo a Vilma cariñosa, atenta, presta a responder las preguntas de la prensa, apasionada, optimista, entusiasmada con la Federación de Mujeres Cubanas, la misma que siempre la tiene presente con su imagen en el emblema que identifica a la organización.
fUENTE:iNVASOR dIGITAL
No hay comentarios:
Publicar un comentario